No puedes decir lo que quieras. La aprobación en el Congreso de los Diputados de una proposición no de ley que insta a evitar el uso de la palabra “cáncer” en contextos negativos o metafóricos ha generado una intensa polémica.
Por una vez (sin que sirva de precedente, y me disculpo de antemano por ello), permítanme ser grosero:
— Arturo Pérez-Reverte (@perezreverte) October 30, 2025
Me va a regular el uso de las palabras su puta madre. https://t.co/5UsCLyMHkc
La iniciativa, impulsada por el PSOE y aprobada con amplia mayoría, busca promover un “lenguaje responsable y empático” –censura a criterio de muchos- en los ámbitos institucionales, educativos y mediáticos. Sin embargo, el texto -que de momento carece de fuerza legal directa al tratarse de una proposición no de ley- ha sido recibido por muchos como un intento de control del lenguaje por parte de las instituciones públicas.
La opinión general es de rechazo. La libertad de expresión y la crítica a la “hipersensibilidad” y el “lenguaje vigilado” priman los argumentos. Las expresiones que pretenden regularse forman parte del habla común y no buscan ofender a nadie. El precedente es peligroso y pernicioso, abanderándose de las buenas intenciones para restringir la libertad en el habla.
La controversia evidencia una vez más la tensión entre las políticas de lenguaje inclusivo y us promoción institucional desde la prohibición y las reivindicaciones de libertad de expresión. Para la mayoría, una muestra de intervencionismo que, aunque no tenga efectos legales, marca un precedente incómodo sobre lo que se puede decir.





 
                                    


