Fernando del Pino Calvo-Sotelo es un sólido intelectual que combina formación económica, experiencia empresarial y compromiso crítico. A través de su blog Nec laudibus nec timore, sed sola veritate (Ni por elogios ni por temor, sino sólo por la verdad), se ha convertido en una voz influyente que navega a contracorriente, capaz de abordar la situación real de la sociedad occidental sin anestesia ni maquillaje. En sus últimos escritos, da un paso más e identifica y desenmascara los cinco experimentos que, en su opinión, provocan la decadencia de la Europa poscristiana. Se pregunta: ¿y si el «progreso» que nos venden no fuera tal?
La decadencia actual se manifiesta en un estancamiento económico, una escandalosa dependencia de terceros países, un endeudamiento creciente, una presión fiscal y regulatoria asfixiante y una palpable desintegración social y familiar, cuya máxima manifestación es un alarmante invierno demográfico.
Sí, vivimos engañados por una falsa prosperidad, emborrachados de un hedonismo barato y efímero. La generación que no nace es la que está pagando la fiesta. Citemos de nuevo a Scruton: «Las sociedades perduran solo cuando están dedicadas a las generaciones futuras, y se derrumban como el Imperio Romano cuando los placeres y las fantasías de los vivos usurpan las herencias de los no nacidos».
Veamos, pues, esos cinco experimentos, ocurrencias modernas sin fundamento histórico y la factura que les acompaña.
Primer experimento: un Estado obesogénico.
El Estado Leviatán, que no tiene nada de subsidiario, ya no protege, administra y arbitra, sino que controla, recauda y dicta. Su tamaño, impensable hace dos siglos, devora casi la mitad del PIB y más del 50% de los ingresos de un trabajador medio. El truco ya ni se disimula: primero te quitan gran parte de lo que produces; luego te devuelven migajas en forma de subvenciones y desgravaciones, recordándote con insistencia que les des las gracias por su gran generosidad.
Un ejemplo reciente, hilarante y trágico a la vez: la propuesta de premiar fiscalmente llevar al perro al veterinario, mientras las familias jóvenes no pueden permitirse tener hijos.
Cito textualmente a Fernando del Pino: «La excusa creada para justificar este expolio es el llamado Estado de Bienestar, que Peter Sloterdijk denomina «Estado Impositivo», y Gustave Thibon, de forma aún más acertada, «Estado Vampiro»».
Observo que han creado el «Estado del Vegetar», con individuos que olvidan que el verdadero bienestar consiste en estar satisfechos consigo mismos, no en tener resuelto un platito de sopita cada día.
Añado que el principio de subsidiariedad: la idea de que el Estado solo debe intervenir cuando un nivel inferior (familia, comunidad, municipio, asociación) no puede afrontar una tarea por sí mismo, se ha volatilizado. Para el sistema, el dinero y la libertad que este otorga no pueden estar en manos de los individuos.
Segundo experimento: deuda eterna.
Cuando los impuestos no bastan para alimentar al monstruo, llega el crédito eterno. La deuda, que antes se reservaba para guerras o emergencias, se ha convertido en política ordinaria: «Pan para hoy, hambre para mañana». Se impone el cortoplacismo y la satisfacción inmediata y efímera. Nada de apretarse el cinturón a tirar de deuda que nunca la devolveremos; cuando vence, se renueva y les pasamos el muerto a los que vienen detrás.
Nos gobiernan con la mirada puesta en la siguiente encuesta, no en la siguiente generación.
El tercer experimento: expansión monetaria sin anclajes.
El dinero fiduciario, sin respaldo real desde 1971, permite al poder político manipularlo a su voluntad. El resultado es una inflación estructural, salarios estancados y el ciudadano haciendo cuentas imposibles para llegar a fin de mes.
En los años 70, recuerda Fernando, un sueldo mantenía cuatro hijos, hoy dos sueldos no garantizan dos. Y mientras los gobiernos presumen de «IPC controlado», el supermercado y la hipoteca cuentan otra historia.
La inflación es un impuesto oculto que carcome sigilosamente la riqueza de los ciudadanos.
El cuarto experimento: la democracia como dogma incuestionable.
Es la intocable «vaca sagrada» de la nueva religión sin Dios. Aunque su aplicación práctica resulta ineficaz y contradictoria, como también denunciamos en el artículo Democracias ineficientes.
La evidencia es diaria. Sistemas electorales que distorsionan la voluntad popular, oligarquías de partidos, candidatos ungidos por militantes en vez de por méritos, e incentivos que premian el corto plazo por encima de la responsabilidad. Un aproximadamente 30% de los votos implica una mayoría absolutísima en el Reino Unido y merece ser oposición en Francia.
Fernando del Pino denuncia que el sistema no está funcionando como nos prometieron, votar no garantiza libertad. Al contrario, puede llevar consigo clientelismo, corrupción, populismo, polarización y mediocridad.
Para Fernando del Pino, la democracia ateniense fracasó por las mismas razones que hoy amenazan a las democracias occidentales. Él cita un texto magistral de la historiadora y helenista Edith Hamilton, que describe cómo Atenas terminó por destruir su propia libertad cuando el pueblo dejó de asumir responsabilidades y empezó a exigir comodidad, seguridad y beneficios materiales del Estado.
¿De verdad creemos que la mejor manera de elegir gobernantes es un concurso de popularidad entre quienes prometen más gasto con dinero ajeno? ¿No deberíamos exigir, como mínimo, conocimiento, experiencia, virtud y responsabilidad? Sócrates lo advirtió: si dejas que marineros sin saber navegar elijan al capitán por simpatía o por promesas y engaños, el barco se hunde.
Quinto experimento: vivir sin Dios
El quinto experimento es terrible y hay que tener agallas para denunciarlo. Felicitamos a Fernando por su coraje. Vivir sin Dios es vivir sin límites. Es el experimento más profundo y arriesgado de los cinco. Vivir como si Dios no existiera es aceptar que los derechos son una concesión de los políticos cuando la verdad es que son inherentes a la persona. Sin trascendencia, todo queda a merced de sectas o mafias, con un gurú o un padrino al frente, que controlan los partidos y arman mayorías cambiantes con el apoyo de élites burocráticas, económicas o tecnocráticas sin escrúpulos. Donde antes había principios, ahora hay modas morales volátiles, nihilismo y relativismo.
En ese marco, Fernando del Pino sitúa el papel de la Unión Europea: tecnocracia sin alma, hiperregulación, deriva ideológica, opacidad, y ahora incluso un alarmante entusiasmo belicista. Se prometieron mercados y libertad; estamos obteniendo normas absurdas y sermones ideológicos.
Europa necesita el cristianismo como necesita el aire para recordar que la dignidad humana precede al Estado y al partido.
Hay que recuperar el principio de subsidiariedad anclado en las enseñanzas de León XIII (encíclica Rerum Novarum) y formulado como criterio de orden social y político en la encíclica Quadragesimo Anno de Pío XI. Este principio nos protegía del Estado Leviatán. En el punto 79 de esta última encíclica se lee: «Así como no se puede quitar a los individuos y confiar a la comunidad lo que ellos pueden realizar con su propio esfuerzo y con su propia industria, así tampoco es justo, ni provechoso quitar a las comunidades menores y confiar a una sociedad mayor y más elevada lo que aquellas pueden hacer y cumplir por sí mismas».
Este pasaje define, con precisión casi jurídica, el principio de subsidiariedad, la intervención del nivel superior solo se justifica cuando el nivel inferior es insuficiente; de lo contrario, se atenta contra la libertad y la dignidad de la persona.
Viendo el resultado de los cinco experimentos, sin duda debemos replantearnos la hoja de ruta. Llega la hora de pensar por cuenta propia. En consonancia con el pensamiento de Fernando del Pino, siempre hemos manifestado que la peor de las perezas es la mental, el borreguismo.
La solución no pasa por un hombre fuerte ni por abolir urnas; pasa por despertar del infantilismo y el conformismo, exigir calidad, aprender a pensar, educarse, desconfiar del panem et circenses digital y recuperar una verdad simple: lalibertad no se regala, se cultiva, se defiende y se merece.
Referencias bibliográficas:
- La decadencia de Occidente publicado el 2 de septiembre de 2025
- ¿Funciona la democracia? publicado 19 de septiembre de 2025
- El quinto experimento y la UE publicado el 3 de noviembre de 2025





