España se adentra en una espiral de presión laboral y fiscal sin precedentes, situándose ya como el decimotercer país con mayor carga sobre el empleo de toda la OCDE, con una cuña fiscal del 40,6% en 2024 (seis puntos por encima de la media internacional). Así lo considera la Fundación Civismo en su informe La evolución de las cargas para los generadores de empleo en España 2000–2025, elaborado por el Centro de Análisis de la Sostenibilidad del Modelo Económico. Un informe que recuerda que «la economía española mantiene una renta per cápita que apenas alcanza el 87% de la media europea«.
«El factor trabajo se ha convertido en el principal sostén del sistema fiscal, absorbiendo un tercio de todos los ingresos tributarios. Las cotizaciones sociales (crecientes y estructurales) han elevado dramáticamente la factura empresarial: entre 2015 y 2025, la base mínima de cotización creció un 75% y la máxima un 34%, a lo que se suma el nuevo MEI (Mecanismo de Equidad Intergeneracional), cuyo recargo seguirá aumentando hasta 2029″, recoge el informe, «el resultado es contundente: el coste laboral medio ya se dispara hasta los 3.256 € al mes por trabajador, de los cuales 840 € corresponden a “otros costes” (principalmente cotizaciones) que han crecido un 28% desde 2015, mucho más que los propios salarios».
Recaudación de ricos
La Fundación Civismo denuncia, además, que España «recauda como los países más ricos, pero sin su capacidad de pago ni su productividad». Y añade: «A pesar de esta carga, los salarios reales no despegan. Tras la inflación acumulada entre 2021 y 2023, los aumentos salariales (entre el 2 y el 2,5%) no consiguen recuperar el poder adquisitivo perdido, enfriando el consumo y debilitando la rentabilidad empresarial en plena escalada de costes».
El estudio añade otro «golpe» al subrayar que «los precios energéticos industriales crecieron un 45% entre 2021 y 2024, impactando especialmente en sectores intensivos en energía y transporte, que ya compiten en desventaja frente a otros países europeos con sistemas fiscales más neutrales». Paralelamente, «Mientras tanto, «la productividad apenas avanza. Entre 2015 y 2025, la productividad por hora creció solo un 1,7% anual, mientras que los costes laborales unitarios aumentaron un 2,5%, acumulando una pérdida de competitividad superior a ocho puntos frente a la zona euro».
El diagnóstico de la Fundación Civismo está claro: «España recauda como los países más ricos, pero sin su capacidad de pago ni su productividad. La presión fiscal total ya alcanza el 37,3% del PIB, muy por encima del 33,9% de la media OCDE y acercándose rápidamente a los gigantes tributarios europeos».
Desajuste entre costes laborales y retorno económico
Este desajuste entre costes laborales crecientes y retorno económico del trabajo «está frenando la inversión, encareciendo la creación de empleo formal y erosionando la competitividad exterior. La distancia con economías como Francia, Bélgica o Dinamarca (tradicionalmente más cargas impositivas) se ha reducido de seis a apenas tres puntos desde 2015».
Ante este escenario, expertos y empresas coinciden: «España afronta un desafío estructural y urgente. Para recuperar competitividad y reforzar la sostenibilidad fiscal será imprescindible simplificar el sistema de cotizaciones, garantizar estabilidad normativa y apostar por incentivos a la productividad, la innovación y la digitalización. Porque, de no hacerlo, la ecuación es inequívoca: cada euro destinado a generar empleo costará más, para producir lo mismo o incluso menos. España está a tiempo de corregir el rumbo, pero el margen se estrecha».




