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Corrupción, malversación, despilfarro y mal gobierno de la Generalitat separatista

Manifestación del 11 de septiembre de 2019 Foto: Europa Press

El poder absoluto corrompe absolutamente. ¿Quién lo duda? Una desgraciada confirmación de esta gran y simple verdad es el caso de Cataluña desde 1980. ¡Qué gracia! ¡Qué pena! Recordemos cuando se decía que Cataluña era un oasis frente a cuanto ocurría en el resto de España.

La expresión oasis catalán apareció en la II República. Se debe a Manuel Brunet i Solà (1936), «¿L’oasi», en La Veu de Catalunya: «Abans i després del 6 d’octubre [de 1934: golpe separatista] havia dit moltes vegades que Catalunya, amb el seu Estatut, hauria pogut ésser un oasi. [… Tanmateix,] la culpa no és de la màquina autonòmica, sino dels homes que la manipulaven».

Desafortunadamente, el oasis catalán no fue tal. Ni en la República ni en la Autonomía. El oasis de ahora es una charca con cocodrilos muy avezados. Al principio ¿desprendía olor? Por supuesto, exhalaba un hedor notorio. Pero los corruptos eran dels nostres y la corrupción era para ‘la causa’. Tenían derecho a serlo, y siguen teniéndolo, son sus corruptos. Por Cataluña. Detrás de un nacionalista se oculta un canalla. 

Figura 1: Políticos imputados por corrupción por Comunidades Autónomas

Datos a 31 de  julio 2017. Fuente: Consejo General del Poder Judicial 

La corrupción política empieza a menudo en las tareas de financiación extra al partido. La financiación de la política está reglada, pero siempre resulta escasa para los altos propósitos de los políticos. Luego, claro, el conseguidor de fondos se reserva una parte de la mordida. Por tanto, doble corrupción: la del partido y la de los dirigentes. Mejor, triple corrupción: las empresas que (se) corrompen para obtener contratos públicos, aunque a menudo eso sea condición indispensable para trabajar para una administración pública. Incluso cuádruple corrupción: la del funcionario de la intervención y la censura de cuentas, que precisamente deserta de su específico cometido, que es fiscalizar con arreglo a la ley el uso del dinero por los políticos y administradores públicos.

En la España democrática la corrupción se ha dado especialmente en las Autonomías. La nueva cantonalización de España no es ajena al auge de la corrupción. La corrupción no lo fue del gobierno central, salvo la que afectó al gobierno del PSOE, donde incluso trincaron directores de la Guardia Civil, del Boletín Oficial del Estado. Ha habido corrupción de los partidos de ámbito nacional al hacer negocios en las CC.AA., señaladamente en la Andalucía del régimen del PSOE, y en Valencia y otras comunidades con el PP.

A juzgar por el número de imputados (303 personas a julio de 2017, según se ve en el mapa de la Figura 1), la comunidad autónoma de Cataluña ha sido la más corrupta de las CC.AA. En este palmarés ninguna otra comunidad hace sombra a Cataluña.

Tabla 1: Algunos casos de corrupción en Cataluña, 1980-2020

Fuente: Elaboración propia en base a datos de Carlos Jiménez Villarejo (2017), “Panorama de la corrupción en Catalunya (1990-2017)”, eldiario.es, 22 mayo; y de Equipo económico Proyecto Tabarnia (2018), Los costes del ‘prucés’. 1ª Parte Los orígenes (1980-2012) y Vozpopuli (2020)

En el caso de Cataluña, a saber qué fue antes: ¿la corrupción o el procés? En palabras de Santiago Tarín (2020), En el tsunami catalán: Una biografía del proceso independentista, Barcelona, Galaxia Gutenberg: “En octubre de 2017, el president de la Generalitat, Carles Puigdemont, dio por buena la declaración unilateral de independencia de Cataluña. Para comprender cómo se llegó hasta aquí hay que remontarse a bastantes años atrás. La realidad es que el proceso soberanista se inició cuando Jordi Pujol llegó a la Generalitat en 1980, y la crisis catalana se produjo por la confluencia de cuatro factores: la creación de un relato independentista granítico, la apatía de los gobiernos estatales para desmentirlo y la carencia de acción política en Cataluña, la crisis económica y la dicotomía entre la Cataluña rural y la urbana. Estos componentes mantenían un frágil equilibrio hasta que se añadió un elemento que los hizo estallar: la profundización en las investigaciones judiciales sobre la corrupción de Convergència Democràtica de Catalunya. La corrupción es el acelerante del proceso, que es usado como fórmula para encubrirla. Es la tormenta perfecta.” 

Igualmente: «El procés nace del corto periodo en el que CDC estuvo en la oposición y del afloramiento de la corrupción masiva en Cataluña tras el 15M de 2011, con el inicio de múltiples procesos judiciales que amenazaban a las familias más importantes del pujolismo. Y el procés da el gran salto adelante el día en que Mas pierde buena parte de su mayoría parlamentaria. El procés ha sido una demostración trágica de hasta qué punto la oligarquía catalana está dispuesta a cualquier cosa con tal de no perder el control de La Menjadora, el comedero institucional construido por Pujol padre,» Anónimo (2020), Una cronologia del Procés. 40 anys d’impunitat de l’elit catalana.

Impunidad, 3 % e independencia. El periodista Jaume Reixach siguió en su quincenal El Triangle la particular mafia catalana desde que Diari de Barcelona le censuró un artículo que alertaba del cobro de comisiones del 3% por Convergència Democràtica de Catalunya. Recuenta Jaume Reixach (2019), «El porqué de todo», El Triangle, 15 octubre ; e Idem (2020), «Fills de Pujol», El Triangle, 1 septiembre: «Esmento de memòria: el cas CARIC, el «lottogate», el cas Casinos, el cas Ferrovial, el cas Prenafeta, el cas Cullell, el cas Roma, el cas Planasdemunt, el cas VVM, el cas Treball, el cas Pallerols, el cas Turisme, el cas Fundació Catalunya i Territori, el cas Adigsa, el cas De la Rosa, el cas Pascual Estivill, el cas Fernández Teixidó-màfia russa, el cas Priorat, el cas Europraxis, el cas Hidroplant, el cas de les enquestes, el cas del 3%, el cas Pretòria, el cas Millet, el cas Clotilde, el cas ITV, el cas Innova, el cas Bagó, el cas Cesicat, el cas Efial (Torredembarra), el cas Ars Local, el cas Xavier Martorell-Método 3, el cas Rakosnik… fins a arribar a l’espaterrant, explosiu i definitiu cas Pujol».

La corrupción florece allí dónde los políticos y la administración se consideran impunes. Ha sido el caso del régimen nacionalista y separatista catalán vigente desde 1980

Tras una larguísima investigación fiscal y policial, Jordi Pujol confesó que mientras gobernó Cataluña durante tres décadas había amasado una fortuna.  Su numerosa familia participó en la tarea como una organización criminal, (puede consultarse en la Audiencia Nacional. Juzgado Central de Instrucción Número 5 (2020), Diligencias Previas 141/2012. Auto de Procedimiento Abreviado, 16 de julio .)

Pujol había mostrado su capacidad de apropiación ya como líder de Banca Catalana. El procés cap a la independència pretendió tapar la corrupción. El procés corrompió a la política, sociedad y economía catalanas. Como señala Manuel Trallero ((2012), Música celestial: Del mal llamado caso Millet o caso Palau, Barcelona, Debate) y el Parlament de Catalunya (Comissió d’Investigació sobre el Frau i l’Evasió Fiscals i les Pràctiques de Corrupció Política (2015), “Dictamen Tram. 261-00004/10”, Butlletí Oficial del Parlament de Catalunya, X legislatura, n. 642, Sisè període, 16 de juliol de 2015, pp. 1-128).

El 24 de febrero de 2005, durante el pleno monográfico del Parlament sobre el hundimiento de las obras del túnel de la línea 5 del metro en el populoso barrio del Carmel, el entonces líder de la oposición, Pasqual Maragall, dijo al presidente Artur Mas «Vostès tenen un problema, i aquest problema es diu 3%». Sobre la magnitud, se ha considerado que «no era un 3% porque con sólo un 3 no habríamos hecho nada».

¿Se lanzó el procés separatista para evitar las consecuencias penales de la corrupción? Probablemente no se lanzaría sólo por eso, pero sin duda fue por eso. Tapar la corrupción fue un móvil poderoso para que los líderes catalanes corruptos desencadenaran el desafío separatista.

El secuestro de la Generalitat por los separatistas hizo de esta administración una repartidora de dinero a los suyos y una hacedora y financiadora de la rebelión que culminó en el golpe de Estado del otoño de 2017

El procés ¿es corrupto en sí mismo? Sí, en tanto que esconde la corrupción de sus líderes. Pero también el procés es corrupto porque se basa en la financiación pública, que es ilícita al aplicarse a fines impropios a las competencias de la Generalitat. También hay financiación privada del procés, como donaciones, sean legales, como, por ejemplo, publicidad o patronazgo, o sean corruptas cuando, con la mordida a los líderes o a sus organizaciones separatistas satélites, las empresas mejoran su proximidad con quienes distribuyen las contratas de la Generalitat.

En sentido material, pues, el procés es corrupto, sin duda. Pero también es corrupto en sentido moral: todo es falso, los objetivos imposibles, el argumentario mentiroso y los medios inmorales. De ahí la posverdad y la propaganda sin tasa. Algo que se vendió como un proceso abajo-arriba resultó ser un proceso arriba-abajo. Algo que se ofreció como pacífico, y lo fue, se volvió violento. (Miquel Porta Perales (2019), «Teoría, práctica y función de la desobediencia civil durante el proceso secesionista de Cataluña», Cuadernos de Pensamiento Político, n. 61, enero-marzo, pp. 17-27.)

La corrupción es una de las facetas delictivas del procés, del despilfarro y del mal gobierno de la Generalitat de Catalunya. Corrupción, despilfarro y mal gobierno están concatenados (ver la Figura 2). Si, en lugar de la gestión de las competencias según la ley, los fines del gobierno de la Generalitat pasan a ser el cambio de ley para conseguir todas las competencias, entonces, evidentemente, la gestión de las competencias actuales (las únicas legales, y las únicas que influyen en el bienestar de los ciudadanos) pasa a ser secundaria y se convierte en un medio para los altos fines de los independentistas rebeldes. Además, ¡paga Madrid!

Moral y legalmente, formal y materialmente el procés es corrupto, por su origen por sus medios y por sus consecuencias

Todo ello es el fruto del secuestro (durante 40 años) de la Generalitat de Cataluña por los autonomistas-nacionalistas-soberanistas-independentistas-separatistas. Esta no neutralidad de la administración de la Generalitat es uno de los desafíos más hondos del separatismo catalán al Estado de derecho. 

Entonces, todo está permitido: el 3% y más para financiar irregularmente al partido y sus excelsos objetivos. De paso, el conseguidor se lleva una mordida por facilitar la ingrata tarea de despilfarrar con la corrupción y los altos precios, los sobre costes, las compras inútiles, las subvenciones a los chiringuitos de los correligionarios, amigos y allegados. Vaya, el pesebre, también llamado la repartidora. Se financia cualquier cosa que se mueva entre los nuestros. Así se financió la ‘rebelión’ independentista. Desde este punto de vista, el procés es una industria. El interés de la clerecía independentista no está en la hipotética independencia sino en el mismo e inmediato procés

Figura 2: Elementos del despilfarro y mal gobierno de la Generalitat separatista: la financiación de la rebelión

Fuente: Elaboración propia

Realmente, en estas décadas de latrocinio y rebelión la tarea fiscalizadora y autorizadora de los funcionarios interventores y depositarios de las administraciones catalanas y de la llamada Sindicatura de Comptes, habrá sido extenuante. ¡Tanto por tapar! ¡Tantísimo tiempo manteniendo los ojos firmemente cerrados! A decir verdad, de la severa pasividad de estos heroicos funcionarios jamás se dedujo ninguna contravención. Hubo que esperar a la Guardia Civil, a particulares que acudieran al juzgado, o a personas que cantasen. El poder absoluto corrompe absolutamente. La impunidad magnifica y eterniza la corrupción, el despilfarro y el mal gobierno de la Generalitat separatista. 

Naturalmente, el despilfarro, la malversación y la corrupción tienen un coste. El coste total tiene dos componentes: 1. el coste formal, de descomposición del Estado de derecho; y 2. el coste material, los recursos sustraídos a otras tareas, éstas sí competencias legales y al servicio de los ciudadanos. El coste para el Estado de derecho es letal para la democracia.El coste en recursos puede estimarse en su vertiente microeconómica (contando cada componente del presupuesto desviado de su uso legítimo) y en su vertiente macroeconómica. Los recuentos del fraude separatista en los presupuestos públicos cifran la cantidad sustraída cada año en unos 6.300 millones de euros, (consultar el artículo de Antonio Fernández (2014), «El independentismo catalán ha recibido 20.000 millones de euros públicos desde tiempos de Pujol», El Confidencial, 5 octubre.)

Figura 3: Despilfarro y mal gobierno de la Generalitat separatista

Fuente: Elaboración propia

Desde la vertiente macroeconómica, el coste del despilfarro, subvenciones ideológicas, competencias impropias, corrupción y malversación puede cifrarse en un 15 % del presupuesto total de la Generalitat, aun cuando contar que el 85% se gasta adecuadamente sea muy dudoso. Siendo el presupuesto de 2020 de la Generalitat de 46.057 millones de uros, esto supone 6.909 millones de euros anuales, cifra próxima a la obtenida en los recuentos microeconómicos.

Por otra parte, podemos considerar también el coste del desafío separatista, en tanto que merma del PIB (actividad reducida y caída de la competitividad). Es del (-4,6%) del PIB permanente, esto es, unos 10.948 millones de euros anuales, según señalamos en un artículo anterior de Elliberal.cat.

La impunidad del despilfarro y del ejercicio de competencias impropias está en la base del mal gobierno de la Generalitat. La gestión de la Generalitat no es tal sino promoción de la rebelión, basada en el fomento del odio a España y en el reparto de subvenciones. De hecho, los dirigentes separatistas de la Generalitat lo que hacen realmente bien es pagarse el sueldo. 

El desinterés de los dirigentes separatistas por la gestión explica el carácter anti social de la Generalitat (ver la Figura 3). Los recursos destinados a la rebelión son recursos sustraídos a Enseñanza y a Sanidad.

Conclusiones

La corrupción florece allí dónde los políticos y la administración se consideran impunes. Ha sido el caso del régimen nacionalista y separatista catalán vigente desde 1980.

Durante 40 años, pues, el secuestro de la Generalitat por los separatistas hizo de esta administración una repartidora de dinero a los suyos y una hacedora y financiadora de la rebelión que culminó en el golpe de Estado del otoño de 2017. 

La corrupción monetaria se basa en la corrupción del sistema político y también en la moral de las personas; beneficia a partidos políticos de gobierno y a dirigentes de éstos y de la administración; y perjudica al erario, que soporta la mayor parte de los costes, y a las empresas que pagan mordidas para obtener contratos públicos.

Moral y legalmente, formal y materialmente el procés es corrupto, por su origen (dejar sin efecto las consecuencias penales de la corrupción de los líderes separatistas; y por su nacionalismo excluyente), por sus medios (financiación pública; tergiversaciones de todo orden sobre el pasado, el presente y el futuro), y por sus consecuencias (putrefacción de la sociedad catalana y decadencia de Cataluña)

La malversación sustrajo recursos del presupuesto de la Generalitat a finalidades que son esenciales desde el punto de vista social: educación y sanidad. De ahí la reducción del gasto de la Generalitat en estos dos conceptos y los pésimos resultados de Cataluña en los indicadores escolares y sanitarios. 

De ahí el carácter anti social de la Generalitat separatista. A los independentistas, los catalanes les importan una higa.

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2 COMENTARIOS

    • Gran trabajo y en mi libro Aros Olimpicos y Barras Catalanas describe las claves del juego sucio y sufalta de respeto a las reglas de juego y lo que supusiero los JJOO y la magnitud de sus cifras

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