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Un vengativo JxCat le amarga la investidura a Aragonés al anunciar que se abstendrá

En el mejor de los escenarios, el republicano tendrá que esperar a la semana que viene para ser elegido presidente

El candidato Pere Aragonés en una rueda de prensa a principios de marzo (Europa Press).

Cuando un perro coge un hueso, no lo suelta hasta que lo destroza. Algo así podría decirse de lo que está haciendo JxCat contra ERC en estos momentos. La posconvergencia de Carles Puigdemont, que está demostrando tener una peculiar forma de entender lo que es la democracia, no está dispuesta a que un republicano, Pere Aragonés, presida la Generalitat y, con ello, tenga la batuta sobre los millonarios fondos europeos para la reconstrucción, además del control de la amplia red clientelar creada durante décadas por la derecha catalana desde la máxima institución de la autonomía.

Carles Puigdemont junto a Laura Borràs durante la noche electoral del 14-F (Europa Press).

En la manga, JxCat guarda muchos motivos para amargarle la investidura a Aragonés este viernes. Sus 32 diputados, dirigidos desde Waterloo, votarán en contra o se abstendrán, pero, de ninguna manera, permitirán que su principal adversario y, a la vez, único posible socio acceda al poder tan fácilmente. Entre otras cuestiones, JxCat no perdona a ERC que aceptara sin oposición la sentencia de inhabilitación de Quim Torra. Menos aún que pactara con el PSOE un mesa de diálogo para dar salida al llamado «conflicto catalán», quitando a la derecha separatista todo el protagonismo. Solo como esperpéntico puede definirse el hecho de que, tras tantas críticas y burlas, fuera el mismo Quim Torra el que encabezara la comitiva que viajó hasta Madrid en febrero del año pasado para mantener la única reunión que ha celebrado esta mesa.

Pedro Sánchez recibió a Quim Torra como presidente de la comitiva separatista (Europa Press).

Oriol Mitjà, el ariete sanitario

Ni siquiera la tragedia del COVID-19 ha sido suficiente como para que los súbditos de Puigdemont cesaran en sus ataques y aunaran fuerzas con una ERC que, absolutamente desbordada, intentaba afrontar la crisis desde los departamentos de Salud y Trabajo-Asuntos Sociales. La posconvergencia llegó a utilizar al científico Oriol Mitjà, que ahora presume de codearse con José Luis Rodríguez Zapatero y que aspiraba a ser el nuevo titular de la Conselleria de Salud, como ariete contra la gestión de la crisis por parte de la republicana Alba Vergés. Todo valía con tal de derribar a una ERC que, por la mínima, ha logrado ganar por primera vez en las urnas al separatismo más conservador.

Que Aragonés eligiera reunirse antes con los representantes de Guanyem-CUP que con los de JxCat tras las elecciones del 14-F ya indicaba que la negociación con los de Puigdemont no iba a ser fácil. De nada le ha servido a ERC tragar con sapos anteriores como los del 3%, Artur Mas o la opereta de un «presidente vicario» como Torra. Menos aún aceptar la elección de la investigada por presunta corrupción Laura Borràs como presidenta del Parlament. Una elección que desde Guanyem-CUP definieron como producto del «chantaje» y la «imposición». Los republicanos solo se han plantado ante la pretensión de Puigdemont de subvertir el resultado de las urnas y convertir la asociación privada Consell per la República en la nueva Generalitat.

Laura Borràs, en el centro, a su llegada al Parlament el día de su elección como presidenta (EP).

Los nuevos plazos

Aragonés no podrá salir este viernes del Parlament como el 132 presidente de la Generalitat. Tendrá que esperar al domingo o al martes (el reglamento indica que el nuevo Pleno de investidura debería celebrarse el domingo pero Borràs ha propuesto trasladarlo al martes). Si, para entonces, JxCat sigue sin apoyarle, se abrirá un nuevo periodo de dos meses para negociar. Y si en ese tiempo tampoco logran un acuerdo, los catalanes tendrán que ir de nuevo a las urnas. Lo harán bajo los terribles efectos sociales y económicos de la pandemia del COVID-19. Efectos que preocupan poco a un fugado de la Justicia que, desde el centro de Europa, además de esperar la decisión de un tribunal belga sobre su extradición, se niega a aceptar que los catalanes, vía urnas legales, han preferido que sean otros los que les gobiernen.

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1 COMENTARIO

  1. El separatismo ha perdido el 30% (casi 1 de cada 3) de los votos que obtuvo en 2017: de 2.079.000 a 1.456.000, més de 623.000 catalans han dit adéu al prusés, la secesión ya no les ilusiona, no ven necesario movilizarse.En 2019 hubo cuatro elecciones en Cataluña y , en todas, el separatismo perdió más de 300 mil votos.Por cierto, no había COVID como escusa.
    N.B. CON ESTOS DATOS «PLEBISCITARIOS», MEJOR QUE OS DEDIQUEIS A OTRA COSA QUE NO PERJUDIQUE A CATALUÑA.LA CUP ,ERC Y JUNT ES LO MISMO PERO ,SÓLO TENÉIS UN 26% DEL CENSO DE LAS «PLEBISCITARIAS»DEL 14-F

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