Dicen en Madrid que cuando las ganas de joder aprietan, ni las tumbas de los muertos se respetan. Cierto es que el dicho es extremadamente vulgar pero se ajusta como un guante a la actitud que mantiene sobre Madrid y los madrileños la posconvergencia liderada por Carles Puigdemont. La formación ha traspasado esta semana un límite más de la mano de los doctores Jaume Padrós, presidente del Colegio de Médicos de Barcelona, y Josep Maria Argimon, responsable de Salud Pública de la Generalitat.
Ni uno ni otro han tenido el más mínimo reparo en utilizar a los muertos del COVID-19 para criticar a Madrid y magnificar la gestión sanitaria realizada en Cataluña, a pesar de que esta esté en manos de ERC. Y, lo más censurable, presentar a los catalanes como ciudadanos mucho más sensibles hacia sus semejantes que los madrileños.
«El precio de la vida es más bajo en Madrid que en Cataluña, socialmente y políticamente», aseguraba Padrós convencido en un programa de radio. Añadía sin ningún escrúpulo que Madrid registra un exceso de entre «6.000 y 7.000» muertos por COVID-19 debido a la política sanitaria aplicada por el Gobierno de la popular Isabel Díaz Ayuso. Y remataba afirmando que los catalanes no hubieran asumido algo así. Argimon, por su parte y en el mismo programa, confirmaba que los ciudadanos de Cataluña «no lo hubiesen permitido«.
La mentira tiene las patas muy cortas y, en este caso, basta con revisar las cifras que ofrece el Ministerio de Sanidad a través del Sistema de Monitorización de la Mortalidad Diaria, conocido como MoMo, para comprobar que tanto Padrós como Argimon mienten y, dada su condición de profesionales de la sanidad con intereses en la gestión de la pandemia, lo hacen muy probablemente a conciencia. Los datos son, en este caso, difícilmente manipulables y la explicación es mucho más sencilla de lo que a priori pudiera parecer.
Una situación muy parecida
Lo cierto es que, en lo que a mortalidad se refiere en términos porcentuales, Madrid y Cataluña van casi a la par. Entre el 10 de enero y el 3 de marzo de este año Madrid registró 8.199 fallecimientos, de los cuales 1.423 se consideran un exceso puesto que la cifra que se esperaría en una situación normal sería la de 6.776. Es decir, hubo un exceso de mortalidad del 21%. Entre el 21 y el 29 de marzo, los datos más recientes, el exceso de mortalidad fue del 18%. Fallecieron 1.221 personas de las que 194 fueron consideradas como un exceso sobre lo esperado.
En el caso de Cataluña, los porcentajes en periodos similares son muy parecidos. Según el MoMo, entre el 7 de enero y el 7 de febrero de este año fallecieron 8.061 personas cuando en un periodo normal el número de muertos hubiera sido de 6.788. Así, se registró un exceso de mortalidad del 18%. Entre el 15 y el 30 de marzo el exceso fue del 21,1%, con 307 muertos más sobre lo esperado y un total de 3.281 fallecimientos.
La gestión del Gobierno
Cierto es que en la primera ola de la pandemia, y sobre todo entre marzo y abril de 2020, las cifras fueron muy diferentes. Mientras que Cataluña registraba un exceso de mortalidad del 68%, el de Madrid se disparaba hasta el 203%. En tan solo un mes, fallecían en Cataluña 10.681 personas cuando lo normal hubieran sido 6.349. En el caso de Madrid, se registraban 17.311 fallecimientos que, sin pandemia, hubieran sido 11.958.
Tanto un porcentaje como el otro son el resultado de la gestión desarrollada por el Ministerio de Sanidad y el Gobierno central. Una gestión que fue centralizada el 15 de marzo mediante el decreto de estado de alarma. Esta centralización acabó en verano, cuando el Gobierno devolvió las competencias a las comunidades autónomas. Algo que en Madrid se tradujo en la puesta en práctica de una gestión que, vistos los números, no ha sido muy diferente en resultados de mortalidad a la que se ha llevado a cabo desde la Generalitat. Y todo ello a pesar de que Ayuso ha sido ferozmente criticada por intentar salvar tanto la salud como la economía, mientras que en Cataluña los sectores del ocio, de la restauración y del comercio han sufrido duras restricciones con la excusa de la pandemia en el mismo periodo.
Por múltiples factores, en una situación de normalidad y según el MoMo, fallecen más personas en Madrid (6,6 millones de habitantes) que en Cataluña (7,5 millones de habitantes). Y no parece que esto tenga algo que ver con la mayor o menor sensibilidad de los catalanes, a pesar de lo afirmado por el doctor Padrós y refrendado por su colega Josep Maria Argimon. Con 13.335 muertos sobre la mesa catalana y 14.564 en Madrid, los «6.000 o 7.000 muertos» de diferencia a los que apela Padrós serían la suma de esa diferencia de fallecimientos en situación de normalidad y el exceso de muertes que se produjo en los primeros meses de la pandemia, cuando la gestión estaba centralizada. Pero los datos son algo que a la posconvergencia no se le da bien procesar y suelen utilizarlos a su favor aunque para ello tengan que manipularlos de la manera más torticera. Todo vale con tal de justificar el chiringuito del procés.
Para finalizar recordar que según las cifras oficiales del Ministerio de Sanidad del 1 de Enero de 2021 a 31 de Marzo en Madrid murieron 2576 personas de COVID y en Cataluña 3034. Otra prueba más que las medidas de una u otro comunidad apenas se traduce en diferencias en victimas. Y es que muchos especialistas ya mantienen que las olas siguen su curso de forma notablemente independiente a las medidas adoptadas. .