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Nadie quiere aprender lecciones

La nueva ministra de Política Territorial y portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez García, ha empezado su labor diciendo que el independentismo tendría que haber aprendido la lección.

No le van a dar ningún premio a la delicadeza negociadora, sobre todo porque se lo ha puesto muy fácil a la portavoz de ERC para replicar que quien tiene que aprender la lección es el Estado: «La lección es muy sencilla. La represión no sirve, dialoguemos lo que haga falta.»

«La lección es muy sencilla. La represión no sirve, dialoguemos lo que haga falta»

Isabel Rodríguez García

No hay diálogo posible sin capacidad de hacer concesiones. Y ni el Gobierno va a salir de la legalidad, como les gustaría a los independentistas, ni estos van a renunciar al desafío, porque quedarían deslegitimados ante su propio electorado.

Sobre lo que les recomienda la portavoz, que «tienen que hacer su esfuerzo» y que «dentro de Catalunya hay que abrir espacios de conversación», conviene recordar que todo el proceso independentista ha consistido siempre en evitar el diálogo, incluso el contacto, con los que discrepan, aunque sea amablemente, de sus hojas de ruta.

Haciendo camino al andar

La pandemia se ha cargado otra temporada turística y las posibilidades de viajar son escasas. ¿Qué se puede hacer este verano en Cataluña? Aprovechar lo que se pueda. Jordi Turull celebra su recuperada libertad imponiéndose largas caminatas por todo el país. Son quince etapas diarias, unos 320 km en total. Lo llaman: Travessa per la llibertat.

La pandemia se ha cargado otra temporada turística y las posibilidades de viajar son escasas. ¿Qué se puede hacer este verano en Cataluña? Aprovechar lo que se pueda.

Es una especie de Camino de Santiago que responde a este propósito: «Quiero charlar con tantas personas como pueda para hacerles llegar personalmente mi agradecimiento. Quiero que nos conjuremos para no desfallecer. Quiero que nos reafirmemos en el compromiso, a pesar de las enormes dificultades. Quiero reclamar la libertad de los exiliados y de todos los represaliados.»

Grupos de simpatizantes acompañan a Turull en diferentes tramos, los finales de etapa permiten mítines de baja intensidad, y la emotividad del momento contribuye a reforzar los vínculos entre pueblo y políticos.

El sábado 17 el presidente Aragonès fue a Manresa a recibirlo. Allí estaba, no Anna Gabriel sino su madre, Maribel Sabaté, ante quien Turull dijo: «Si nosotros ni hemos pedido perdón, ni hemos renunciado a nuestras ideas, es gracias a vosotros (…) la gente del Bages.»

«Si nosotros ni hemos pedido perdón, ni hemos renunciado a nuestras ideas, es gracias a vosotros (…) la gente del Bages»

Jordi Turull

Al día siguiente Josep Rull y el sucesor de éste en la consejería de Territorio, Damià Calvet, acompañaron a Turull en el tramo Manresa – Montserrat. Rull manifestó su «gratitud infinita por todo el apoyo que nos habéis dado a lo largo de esta cautividad ignominiosa que hemos sufrido».

Rull manifestó su «gratitud infinita por todo el apoyo que nos habéis dado a lo largo de esta cautividad ignominiosa que hemos sufrido».

En una etapa anterior, la del día 13, lo acompañó un rato Joan Vall Clara, del Punt-Avui Caminant amb Turull—, y esto es lo que descubrió: «La pandemia es el único miedo que embargaba ayer a Turull. Los días de cárcel lo han espoleado, está bien claro. Este es el sentido final de su caminar. Que sepan que estamos aquí. Que el miedo no ha hecho ni hará mella.»

«La pandemia es el único miedo que embargaba ayer a Turull. Los días de cárcel lo han espoleado, está bien claro. Este es el sentido final de su caminar. Que sepan que estamos aquí. Que el miedo no ha hecho ni hará mella»

Joan Val Clara

Por cierto que abundan las fotos de Turull abrazándose calurosamente con personas congregadas para recibirle. Es probable que haya más peligro en los botellones nocturnos, pero aún así, y aunque sólo sea para dar ejemplo, se agradecería una cierta contención.

Lo haremos mejor

Òmnium Cultural celebró su 60º aniversario con un míting en Elna, en el antiguo Condado de Rosellón, el viernes 16, al que asistieron gran parte de los recién salidos de la cárcel y de los que aún están en el exilio, miembros del gobierno actual de la Generalitat y del anterior. Hubo muchos abrazos también.

El líder de Òmnium, Jordi Cuixart, lo dejó claro, y por si hubiese dudas lo recoge la propia organización: Ho tornarem a fer, ho farem junts i ho farem millor. ¿Y por qué? Pues porque «podemos vencer y solamente depende de nosotros». Expresó su «compromiso insobornable con la autodeterminación» y que «no desfalleceremos hasta conseguir la república catalana».

En medio de su discurso, evocó a «Elisabeth, dando vida a la vida, contra unas leyes injustas». Se refiere a Elisabeth Eidenbenz, que fundó en 1939 en Elna una maternidad que permitió salvar a unos 600 niños de refugiados republicanos españoles y de judíos que huían de la invasión nazi. El elemento disonante es que Cuixart, después de «leyes injustas», punto seguido, afirma: «Precisamente es esto también lo que hicimos el 1 de octubre.» Sin comentarios.

Oportunidad perdida

No todo el mundo ha entendido que Jordi Cuixart quiere volverlo a hacer; él y todos lo que estaban con él, ya que nadie aprovechó la ocasión para discrepar. Joan Puig, en la República —L’oportunitat perduda—, ha entendido todo lo contrario y advierte que «renunciar a la unilateralidad nos aleja y mucho de la independencia».

Joan Puig tiene su propia idea de lo que hay que hacer, una idea que, aunque torpemente expresada, tiene su público: dirección política única y echar otro pulso al gobierno en la calle.

«Jordi Cuixart hizo un discurso flojo, más pensado para hacer quedar bien a todo el mundo, y no interpelar a los dos principales líderes independentistas para que sellen un acuerdo que vuelva a animar a la mayoría independentista y nos prepare para el momento en que la mesa de diálogo acabará como todo el mundo sabe que acabará: sin amnistía ni autodeterminación.

El primer paso, la unidad independentista no llegará a corto plazo. A nadie le ha escapado que en Elna, como cuenta el Ara, «el distanciamiento entre Puigdemont y Junqueras se ha vuelto a hacer evidente con pocas muestras de cordialidad entre los dos.» Por el momento, esperar y ver; mientras, cada cual recita su propio librillo y no quiere recibir lecciones de otros.

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