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Ecos Independentistas/ Gràcia no es una fiesta para Ada Colau

19/02/2021 La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau CATALUÑA ESPAÑA EUROPA BARCELONA POLÍTICA DAVID ZORRAKINO - EUROPA PRESS

Empezaba el sábado 14 de agosto la fiesta mayor de la antigua Villa de Gracia, ahora integrada en el distrito de Barcelona, con un pregón de Jordi Cuixart, y seguidamente quiso intervenir la alcaldesa Ada Colau. Arreciaron los silbidos y los abucheos que pusieron a la primera autoridad municipal al borde de las lágrimas —véase el video de BTV Llàgrimes de Colau—. Acudió raudo y caballeroso Cuixart para intentar apaciguar los ánimos con improvisadas palabras rebosantes de sensiblería: «todos nos queremos mucho», «esto va de luchas compartidas», «formamos parte del mismo pueblo»…

Brilló el liderazgo de Cuixart, aunque tuvo que recurrir a sus «tres años y ocho meses de cárcel» como argumento de legitimación, y quedó bien retratado el declive de Ada Colau ante un público mayormente izquierdista, en un distrito donde su formación obtuvo el 24% de los votos en las municipales. Barrió para su casa el excarcelado afirmando que «escuchar es lo que no quiere hacer España con nosotros», como si aplaudir una gestión municipal desastrosa entrara en el mismo lote que la vindicación independentista.

«Brilló el liderazgo de Cuixart, aunque tuvo que recurrir a sus «tres años y ocho meses de cárcel» como argumento de legitimación»

No hay que dar demasiada trascendencia política al desahogo bullicioso del respetable en el inicio de una fiesta patronal, pero es inevitable relacionar el rechazo manifiesto de los gracienses con el descontento ante el consistorio municipal que reflejan las encuestas en toda Barcelona. La gestión de Colau es el segundo problema para los barceloneses tras la inseguridad, titulaba el Periódico el mismo día 15, resumiendo los datos ofrecidos por el «barómetro semestral» confeccionado por el mismísimo Ayuntamiento de Barcelona.

Si hay protestas es porque hay causas

La crónica del Ara se ha lucido haciendo pasar el efecto por la causa: Colau se emociona cuando Cuixart interviene para frenar un abucheo en las Fiestas de Gracia: «La intervención espontánea del presidente de Òmnium ha emocionado a Colau, que después de algunas lágrimas ha alabado a Cuixart». Lo mismo ha hecho el Punt-Avui: «Las palabras del presidente de Òmnium Cultural han dejado a Colau visiblemente emocionada y, con lágrimas en los ojos, le ha agradecido la intervención, que no ha conseguido sin embargo evitar que siguieran los silbidos.»

«La intervención espontánea del presidente de Òmnium ha emocionado a Colau, que después de algunas lágrimas ha alabado a Cuixart»

ARA

A la política se viene llorado de casa. Muchos políticos españoles han repetido este tópico, incluso Pablo Iglesias. Ada Colau, con su historial, no debería sentirse incómoda, al contrario; en todo caso, llorar de emoción ante un público que ejerce pacíficamente su legítimo derecho al pataleo. Como dijo ella misma en 2015 ante la probabilidad que se pitase el himno español en la final de la Copa del Rey de fútbol —Ada Colau justifica la pitada al himno—, «los responsables políticos que se puedan dar por aludidos y se sientan incómodos con esa expresión deberían preguntarse por las causas; cuando hay protestas es porque hay causas, la gente no protesta porque sí».

«A la política se viene llorado de casa. Muchos políticos españoles han repetido este tópico, incluso Pablo Iglesias. Ada Colau, con su historial, no debería sentirse incómoda, al contrario; en todo caso, llorar de emoción ante un público que ejerce pacíficamente su legítimo derecho al pataleo»

En cambio, en unas frases en Instagram se ha lanzado a descalificar a los ciudadanos discrepantes acusándolos de tener una actitud sectaria que estropea la convivencia. «Lo que no me había pasado hasta ahora y me ha sorprendido hoy ha sido la insistencia en no dejarme ni empezar el discurso.» Debe ser la única que se ha sorprendido. Hay pintadas amenazantes por toda Cataluña y partidos que no pueden hacer un míting si no es dentro de un perímetro policial. Y no siempre aparece un Cuixart a defenderles diciendo que no hay que tener miedo a la palabra.

La dictadura de la lágrima

Francesc-Marc Àlvaro, en un tweet, sin dar nombres, advierte lo que contiene la respuesta de Colau al suceso: «Hemos pasado de la superioridad moral a la superioridad emocional: mis emociones son más de verdad que las de otros. La dictadura de la lágrima. La adhesión al melodrama o la expulsión del terreno de juego.»

Compañeros de militancia no vacilarán en aplaudir las lágrimas. Como ejemplo ahí está Jéssica Albiach, en este tweet: «El feminismo nos enseña que la vulnerabilidad es una virtud. Porque es por sabernos vulnerables que somos empáticas y es porque nos sabemos imperfectas que defendemos el diálogo y la escucha por encima de todo. Gracias, Ada, por haber convertido este aprendizaje en política pública.»

«El feminismo nos enseña que la vulnerabilidad es una virtud. Porque es por sabernos vulnerables que somos empáticas y es porque nos sabemos imperfectas que defendemos el diálogo y la escucha por encima de todo. Gracias, Ada, por haber convertido este aprendizaje en política pública»

Jessica Albiach

Pero quien siembra vientos, recoge tempestades. Además de las aquí recogidas, Lluís Bou, en el Nacional, recoge algunas réplicas en las que le recuerdan sus escraches. Y provienen sólo de gente independentista; habrá muchas más en otros ámbitos.

José Antich le lanza estos reproches: «Jugar en casa y tener este resultado es doblemente doloroso. Es mucho más fácil estar en el bando de los que protestan y de los que desacreditan gratuitamente por un puñado de votos. El exalcalde Xavier Trias, si tuviera un carácter con menos bonhomía del que goza a sus 75 años, podría dedicar todo un capítulo de su biografía a cómo las mentiras de Colau, por las que nunca se ha excusado, propiciaron un vuelco electoral en la capital catalana en 2015».

«Jugar en casa y tener este resultado es doblemente doloroso. Es mucho más fácil estar en el bando de los que protestan y de los que desacreditan gratuitamente por un puñado de votos»

José Antich

Abucheo multitudinario

Afirma Antich que «la sonora pitada» la iniciaron «algunos representantes de las asociaciones del barrio que están disconformes con su gestión». Vicent Partal Xiular Ada Colau i que Cuixart prove d’impedir que la xiulen—, que habla de «un abucheo continuo y muy multitudinario» coincide: «Según los testigos presentes en la plaza, los silbidos comenzaron precisamente en el sector fiestero, que se ha sentido muy desatendido por el municipio estos últimos años. Y no era necesariamente un silbido en términos políticos, digamos, de alta política. La gestión que Colau hace de Barcelona es muy cuestionada por muchos sectores y hay un malestar muy notable por las decisiones que ha tomado, especialmente desde el comienzo de la pandemia».

«Según los testigos presentes en la plaza, los silbidos comenzaron precisamente en el sector fiestero, que se ha sentido muy desatendido por el municipio estos últimos años»

Vicent Partal

Y añade un aspecto más estrictamente político: «Es posible que una parte de la plaza le quisiera reprochar, además, su papel contra el proceso de independencia o sus pactos con Manuel Valls para robarle la alcaldía a ERC. Pero, incluso sin tener en cuenta este tema, es obvio que una parte muy significativa de la población de Barcelona está muy disgustada con la gestión de los Comunes».

Más allá del descontento concreto de una comisión de fiestas, hay un montón de problemas urbanos y datos objetivos que justifican el desplante. Antich cita «el despilfarro económico —donde ha pasado de un superávit heredado a una deuda de 800 millones a finales de 2020—, el conflicto con numerosos sectores económicos de la ciudad o la suciedad perfectamente visible en muchos rincones». Ada Colau dejará Barcelona —en 2023, ¡cuánto falta todavía!, o antes si le encuentran una salida a lo Pablo Iglesias— mucho peor de cómo la encontró.

«El despilfarro económico —donde ha pasado de un superávit heredado a una deuda de 800 millones a finales de 2020—, el conflicto con numerosos sectores económicos de la ciudad o la suciedad perfectamente visible en muchos rincones»

José Antich

El desgaste de Colau

Sebastià Alzamora, en el AraCuixart, Colau i els altres—, sale al paso del desprestigio que ha conseguido la alcaldesa entre los barceloneses en general y entre los independentistas en particular, y le concede el beneficio de los matices: «Ada Colau no es independentista, eso es cierto. No pasa nada si alguien no es independentista, por otra parte, o no debería pasar.» Pues qué bien que no pase nada, o que no deba pasar. Porque el independentismo ha abusado mucho de la ducha escocesa consistente en incitar al conflicto civil los días pares y proclamar la fraternidad universal los días impares.

«Ada Colau no es independentista, eso es cierto. No pasa nada si alguien no es independentista, por otra parte, o no debería pasar»

Sebastià Alzamora

Sigue Alzamora: «En todo caso también es cierto que ha sido uno de los personajes de la primera línea política que más veces y con más rotundidad pidió públicamente la liberación de los presos políticos, asumiendo un desgaste bastante mayor que el que tenían que asumir otros que sólo tenían que impostar la lagrimita de vez en cuando para cubrir el expediente.» Sea, pero el desgaste de Colau proviene principalmente de cuestiones muy concretas en el desgobierno municipal, no de ocasionales muestras de apoyo personal a dirigentes encarcelados.

Más interesante es cuando opina que el independentismo va en dirección contraria a la necesidad de sumar apoyos que se refleja en el gesto de Cuixart al lanzar un cable a la alcaldesa. Lo que hace el independentismo es «seguir por el camino del enfrentamiento interno», que «continuará mientras manden los socialistas (contra los que plantear escenarios de confrontación “es más difícil”, como reconoce Elisenda Paluzie). Más adelante, el independentismo volverá a fingir un simulacro de unión el día que mande una derecha española más ultranacionalista que nunca, que sería el gobierno PP y Vox».

Al final Alzamora alcanza la cima de la adulación a Colau, o tal vez del sarcasmo, al decir que «son interesantes sus ideas sobre la organización del espacio público, que la hacen mejor alcaldesa de lo que lo fueron Joan Clos, Jordi Hereu y, sobre todo, Xavier Trias». Interesantes, dice.

Cuixart, el nuevo represor

Vicent Partal, en el artículo antes mencionado —Xiular Ada Colau i que Cuixart prove d’impedir que la xiulen—, comenta desfavorablemente la intervención de Cuixart en defensa de la abucheada:

«Puedo entender que una persona que ha pasado tres años y ocho meses de prisión no tenga afinada la sensibilidad sobre qué pasa en la calle. Y que le cueste comprender, ver o entender los cambios que ha habido mientras estaba encerrado entre cuatro paredes. Pero invocar las luchas compartidas, a estas alturas y con todo lo que ha pasado desde el 2017, a raíz de una protesta ciudadana legítima y fundamentada, y hacerlo con la voluntad explícita de frenarla, es una actuación que ni se entiende ni se puede compartir. No por quién era el objeto de la protesta, que me parece circunstancial, sino por la represión que intentaba ejercer contra el derecho a protestar — tanto si Cuixart era consciente de ello como si no».

Más todavía, «hay un aspecto que me parece especialmente preocupante, que es esa invocación a los años de prisión como argumento de autoridad (…) para intentar silenciar las protestas (…) una acción moralmente repulsiva». Después de tantas idas y venidas a la cárcel, parece que la veneración a los presos ya está amortizada: «Haber pasado por la cárcel no les confiere una autoridad diferenciada y superior para poder decretar, y mucho menos para imponernos a los demás, qué es correcto hacer y qué no en cada situación política de ahora en adelante».

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