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ECOS INDEPENDENTISTAS | Juntos y poco revueltos

La neoconvergente, Laura Borràs, en una fotografía reciente. EFE.

Este fin de semana ha acabado el congreso de Junts per Catalunya, el principal partido surgido de la diáspora convergente, y el único que en estos momentos tiene representación en el Parlamento catalán y posibilidades de seguir teniéndola. Sin embargo, sus perspectivas ante las elecciones municipales del próximo mayo no son tan halagüeñas. A JxCat le pasa lo que a todos los que viniendo de la derecha pretenden ganar a la izquierda por la izquierda: que pierden la confianza de sus seguidores de siempre y no consiguen hacerse creíbles ante nuevas audiencias.

Vicent Partal, en VilawebJunts però asseguts a la cadira—, expone la flagrante contradicción entre ser por una parte «los más belicosos y clarividentes ante el engaño de la mesa de diálogo» y por otra no atreverse a «romper el gobierno que han formado con el partido del trilero de la mesa», es decir: comparten aún el gobierno de la Diputación de Barcelona con el PSC.

La incongruencia viene de lejos, pero el tiempo no hace más que agravarla. Retirado Jordi Sànchez y con Carles Puigdemont convertido, dice Partal, en un «referente lejano», JxCat tiene que volar solo, y aún no sabe en qué dirección volar. El duunvirato de Jordi Turull y Laura Borràs, que nadie cree que vaya a durar mucho, no contribuirá a aclarar el proyecto a corto plazo.

El congreso no ha cuestionado el pacto con el PSC en la Diputación ni el pacto con ERC en la Generalitat. A Partal no le escapa que «el mantenimiento de los cargos públicos también es una gran prioridad para Junts». La fidelidad no se compra sólo con cargos, pero sin cargos ni perspectiva de recuperarlos, no hay fidelidad que aguante mucho.

«Es tan evidente que, a estas alturas, me sorprendería muchísimo que abandonaran el gobierno de Pere Aragonès, incluso si ERC votara en contra de mantener a Laura Borràs como presidenta del Parlament de Catalunya.» Partal no muestra gran optimismo ante JxCat: «Tiene individualidades que destacan mucho, pero también tiene un sottogoverno, básicamente el de lo que fue Convergència, evolucionado y muy puesto al día», pero «ahora es sobre todo un partido, un partido más, nada distinto».

«A JxCat le pasa lo que a todos los que viniendo de la derecha pretenden ganar a la izquierda por la izquierda: que pierden la confianza de sus seguidores de siempre y no consiguen hacerse creíbles ante nuevas audiencias»

Y si «el llamamiento vago e inconcreto a que el próximo primero de octubre recomience la fase resolutiva del proceso de independencia» a él le parece «una propuesta que suena más a marketing que a acción política», imaginen a los demás.

Ponencias aprobadas por el 99%

El diputado Joan Canadell, en el NacionalEl nuevo rumbo de Junts—, cree que son una buena noticia los altísimos porcentajes con que se han aprobado las ponencias: «Muchos han querido hacer ver que el partido tiene diferentes almas y la respuesta ha sido la unanimidad total, ya que tres de las cuatro ponencias se han aprobado con más 99% de los votos (política, municipalista y sectorial) y la cuarta, la organizativa, y por lo tanto la menos ideológica, con más del 90%.»

El artículo de Canadell demuestra perfectamente la incongruencia que critica Partal. Por un lado, anuncia una «confrontación que para nosotros empieza ahora», que consistirá en «activar la declaración de independencia aprobada el 27 de octubre de 2017», no sin la participación como estrella invitada del Consell per la República, y por otro, deja claro que del gobierno de la Generalitat no se sale ni para fumar, ya que «para poder preparar este nuevo embate, hay que estar en el gobierno».

Por si alguien se lo hubiese creído, Canadell apela a «los aprendizajes de los hechos de octubre del 2017», que «tienen que ayudar a hacerlo mejor». Entre estos aprendizajes está la convicción de que «el Estado volverá a actuar por encima de la ley». Traducido del lenguaje procesista, eso significa que el Estado aplicará la ley contra los que se la salten. Y es que inhibirse ante el desafío no es una opción para ningún Estado. ¿Tuvieron los independentistas que llegar hasta el final del trayecto para descubrirlo? ¿De verdad no se lo esperaban?

Para superar las dificultades, dice que «será necesario que la activación de la declaración de independencia se haga con el máximo consenso posible, que incluya no sólo el Parlament y el Govern, sino todos los cargos electos del país, de todas las instituciones y con la sociedad civil organizada». Dada la correlación de fuerzas existente y la tendencia a la baja, lenta pero segura, del independentismo insurreccional, eso es como remitir la independencia ad calendas græcas. Aunque ahora parezca que los que quieren la independencia para dentro de 20 años son los de ERC.

Por si fuera poco, «también antes se deberá abordar la búsqueda de alianzas internacionales suficientes». Suena muy bien, pero ¿alianza con quién? Ciertamente, ninguna secesión ha triunfado sin el apoyo de vecinos poderosos; pero a ver dónde van a encontrarlos.

«Ciertamente, ninguna secesión ha triunfado sin el apoyo de vecinos poderosos; pero a ver dónde van a encontrarlos»

Independencia o independencia

En el Ara, Antoni Bassas afirma: El castillo de Junts aguanta. Un optimismo que en cualquier diario medianamente objetivo convendría matizar. Bassas entiende que «Junts le ha dicho a la sociedad qué tipo de partido son», tal vez porque no quedaba muy claro, «un partido de orden» —¿de veras? ¿después de tantas «huelgas de país» y de tanta agitación promovida desde puestos de responsabilidad?—, «dispuesto a ocupar el espacio sociológico de Convergència» —imposible: ese barco ya naufragó—. «Proponen rebajar el tramo más alto del IRPF, del 50% al 45%» —tampoco es tanto— y «han manifestado su apoyo a la OTAN» —la guerra de Ucrania hace milagros, pero ¿son capaces de concretar qué porcentaje del presupuesto de una hipotética Cataluña independiente querrían que fuera para defensa?—.

Otro capítulo vergonzoso: «El congreso ha decidido, pensando en el caso de Laura Borràs, que en los casos que considere que son guerra judicial del Estado en su contra, los afiliados al partido no serán suspendidos de militancia.» Dicho de otra manera, cuando el procesado sea de otro partido, se entenderá que se trata de higiene democrática; si se trata del propio partido, será «guerra judicial» y se le mantendrá contra viento y marea. Es uno de los nuestros, como decía el título de una película cuyo género se parece bastante a la política.

Bassas cita el discurso de Laura Borràs, inflamado y hueco como es su costumbre: «De este congreso salimos con independencia o independencia, porque no hay más, no hay nada más (…) Si a alguien le da pereza o le da miedo, que es muy humano, al menos, puesto que no hace, que deje hacer (…) Los partidos y las instituciones, como entonces, tenemos que estar allí donde estemos nosotros, estímulos y no anestesiadores de la movilización de los ciudadanos». Queda claro que los «estímulos», querrá decir estimuladores, son los de JxCat; los «anestesiadores» son los de ERC. El duelo está servido, desde hace tiempo.

«Es inverosímil la reincidencia en aventuras que acaban en pronunciamientos y asonadas. Inverosímil pero no imposible, pues no hay que menospreciar la capacidad de actuar irracionalmente que posee el independentismo en su conjunto»

Bassas recuerda que «Junts, pese al bajón de resultados en 2019, es el partido con más alcaldías de Catalunya, 370, unas diez más que Esquerra, que dio un gran salto». En mayo se verá quiénes suben, quiénes bajan y quiénes desaparecen. Todos esos grandes, medianos y pequeños puestos de poder que están en ayuntamientos, diputaciones, consejos comarcales y organismos adjuntos están en juego y de ellos dependen la influencia de cada partido en la sociedad. Esto hace inverosímil la reincidencia en aventuras que acaban en pronunciamientos y asonadas. Inverosímil pero no imposible, pues no hay que menospreciar la capacidad de actuar irracionalmente que posee el independentismo en su conjunto.

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