Ya en 2017, el periodista Kiko Llaneras evidenció en las páginas de El País que el separatismo es un movimiento respaldado por la clase pudiente —el 54% de los que ganaban 4.000 euros la anhelaba, mientras que solo lo hacía el 32% de los ingresaban menos de 900 euros—. Ello no ha sido óbice, sin embargo, para que parte del secesionismo suela referirse a estos segundos como «colonos», mientras para ellos se reservan el calificativo de «oprimidos».
Esta particular perspectiva ha vuelo a quedar de manifiesto en el último post publicado en Instagram por la periodista nacionalista Pilar Rahola, cuyas reuniones con amigos separatistas en su mansión de Cadaqués son ya todo un clásico veraniego. Así, en un vídeo publicado en esta red, se observa al expresidente de Òmnium Cultural Jordi Cuixart y a la directora nacionalista Isona Passola, entre otros, bañándose en la piscina de Rahola y coreando al final «¡In-de-pen-dèn-cia!».
Como era de esperar, la ironía de la situación no ha tardado en ser comentada desde el ámbito constitucionalista. «Me parece fantástico que Rahola y otros ilustres oprimidos y represaliados se refocilen orondos en su piscina de Cadaqués, pero lo que no entiendo es que aún haya catalanes que se crean toda la morralla argumental que estos caraduras llevan décadas vendiéndoles», ha reflexionado el diputado de Ciudadanos Nacho Martín Blanco. «Vergüenza ajena», ha añadido.