El cisma entre republicanos y neoconvergentes aboca al separatismo al desengaño

Durante los últimos años, el constitucionalismo ha repetido con frecuencia que los gobernantes secesionistas habían engañado a sus votantes. Y es que, obviamente, pese a las reiteradas promesas de materializar el «mandato del 1 de octubre», ésta no se ha cumplido y, además, los partidos separatistas se encuentran más divididos que nunca —división que en el pasado, tal y como recuerda hoy el columnista David Jiménez Torres en El Mundo, no impidió que protagonizasen el golpe de 2017 o que hayan gobernando juntos desde 2015—. Sin embargo, el actual cisma entre ERC y Junts a cuenta de la destitución de Puigneró parece haber acentuado el desengaño en el mundo separatista.

Así, por ejemplo, el periodista Jordi Basté, en una catártica entrevista al secretario general de Junts, Jordi Turull, que ha terminado con éste bañado en lágrimas, ha llegado a definir el procés como «una gran mentira colectiva». «¿Qué le diría a toda esa gente a la que hace cinco años le prometieron que serían independientes? No sólo no ha habido independencia, sino que la sensación ha sido de una mentira política colectiva», le ha espetado Basté a Turull, el cual se ha justificado aduciendo que las «cosas no salen siempre bien a la primera».

Por otra parte, otra muestra de qué hasta que punto los seguidores secesionistas se muestran desencantados es que la intervención del líder del PP catalán, Alejandro Fernández, en el debate de Política General que tuvo lugar en la Cámara catalana esta semana, ha circulado no solo en foros constitucionalistas sino también en los separatistas. Y es que muchos de éstos últimos se han identificado con el speech de Fernández, en el que asegura que si él fuese independentista «les mandaría a todos a freír espárragos: basta ya de tanta tomadura de pelo».