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OPINIÓN | ¿Embalses políticos?

Hace meses que los embalses españoles están presentes en la actualidad informativa. A finales del pasado mes de agosto, TVE informaba que España se había convertido en todo un referente en la demolición de presas en Europa; sólo en 2021 se habían demolido 108, casi la mitad de las 239 eliminadas en todo continente en el mismo año. Afortunadamente, la mitad de ellas de menos de 2 metros de altura, y sólo un 1.4% de más de 10 metros.

Paradójicamente, al mismo tiempo se está dando una alarmante falta de precipitaciones. Y no sólo en España: esta vez también en buena parte de Europa. Según parece, podríamos estar viviendo la peor sequía en 500 años.

Pero además, parecen existir ciertas motivaciones políticas. No hay más que asomarse a la página web de Podemos y leer su lista de programas políticos. Uno de ellos es el Programa Horizonte Verde y Nuevo Modelo Industrial: En el apartado 9, se lee que el citado programa propone:

«Abandonar la política de grandes embalses y avanzar hacia una gestión eficiente, inteligente y ecológica del agua. El viejo modelo franquista de pantanos y obras faraónicas que han hundido y obligado a abandonar tantos pueblos se sustituirá de forma definitiva por una nueva cultura del agua, con un gobierno eficiente y moderno del agua a partir de la gestión de su demanda, que resulta la única estrategia eficaz para mitigar episodios extremos y cada vez más frecuentes, como sequías y crecidas, al tiempo que sirve para construir un sector agropecuario puntero».

Han tenido también cierta repercusión unas declaraciones del Comisario de Aguas de la Confederación Hidrográfica del Duero, Ignacio Rodríguez Muñoz. En agosto de este año dijo que la eliminación se debía a que «ha coincidido que aquí hay una serie de personas que nos gustan los ríos y no los cacharros, y lo tenemos todo lleno de cacharros. Así de sencillo». Ignacio Rodríguez es licenciado en Biología. Tradicionalmente, el puesto de Comisario de Aguas de las Demarcaciones Hidrográficas ha sido desempeñado por Ingenieros de Caminos, que son quienes diseñan, construyen y mantienen este tipo de infraestructuras. En el Duero se ha demolido una tercera parte de todas las presas y azudes demolidos en España en los últimos 12 años.

La demolición se justifica por la Estrategia Nacional de Restauración de Ríos (ENRR), un conjunto de actuaciones con el fin de «conservar y recuperar el buen estado de nuestros ríos, minimizar los riesgos de inundación, potenciar su patrimonio cultural, fomentar el uso racional del espacio fluvial e impulsar el desarrollo sostenible del medio rural». A su vez, la ENRR se basa en el Real Decreto 903/2010 de evaluación y gestión de los riesgos de inundación, que no es otra cosa que la transposición al Reino de España de la Directiva europea 903/2010 de evaluación y gestión de los riesgos de inundación.

Pero, ¿qué tienen que ver las inundaciones con la demolición de presas y azudes?

El citado Real Decreto 903/2010, en su Anexo, describe cuál debe ser el contenido de los planes de gestión del riesgo de inundación. En el apartado h.1 de este Anexo, se indica:

«Medidas de restauración fluvial, conducentes a la recuperación del comportamiento natural de la zona inundable, así como de sus valores ambientales asociados y las medidas para la restauración hidrológico-agroforestal de las cuencas con objeto de reducir la carga sólida arrastrada por la corriente, así como de favorecer la infiltración de la precipitación».

Normalmente, el efecto de las presas es beneficioso en caso de crecidas de los ríos, por su acción laminadora. Funcionan como un amortiguador que retiene el agua de las crecidas, para después devolverla al cauce poco a poco. Hay presas construidas exclusivamente con ese fin, como la Presa del Agujero, en el río Guadalmedina, pocos kilómetros aguas arriba de la ciudad de Málaga. Se decidió hacerla tras una de las crecidas habituales en el río, que provocaban daños en la capital malagueña. Al resultar insuficiente, se completó años después con otra presa, la de El Limonero.

Entonces, ¿cuándo han provocado inundaciones las presas? Cuando se han roto. Probablemente todos recordamos la rotura de la presa de Tous, en Valencia, hace ahora 40 años. O la de Aznalcóllar, más reciente, en 1998. Y otras más remotas. En unos casos, por defectos de construcción o por un diseño incorrecto; en otros, por la caída de precipitaciones excepcionales.

Otra consecuencia negativa de las presas es la sedimentación. Los arrastres de sólidos que se mezclan con las aguas en las crecidas, acaban depositándose forzosamente cuando llegan a una presa. Esto provoca tanto la pérdida de capadicad del embalse para almacenamiento de agua, como que aguas abajo no lleguen los sólidos retenidos. La ausencia de sólidos en el agua modifica la dinámica fluvial de transporte y sedimentación, provocando cárcavas en el cauce y la desaparición de arena de las playas.

Finalmente, existen inconvenientes ecológicos y medioambientales.Las presas suponen un obstáculo para el paso de las especies que viven en los ríos, impidiendo su migración hacia aguas arriba para desovar. Lo que no impide, sin embargo, la proliferación de especies propias de zonas pantanosas, como barbos o black – bass.

Las presas suponen un obstáculo para el paso de las especies que viven en los ríos, impidiendo su migración hacia aguas arriba para desovar.

A pesar de todo, es mayor el efecto beneficioso de la mayoría de presas y embalses españoles que el perjudicial. Es conocido que España es el país europeo más amenazado por la desertificación y por las sequías que cíclicamente se producen, cada vez más frecuentemente desde hace unos cincuenta años. A los ingenieros que tenemos ya cierta edad nos enseñaron a diseñar embalses de regulación anual; es decir, con la capacidad suficiente para almacenar el sobrante de invierno y utilizarlo en los meses de verano. Ya se manejaba el concepto de hiperembalse, aquel diseñado para resistir periodos superiores al anual. Pero en este momento, todos los embalses deben tener regulación superior a la anual. En un reciente diseño de la capacidad de un embalse, en el que participé, se analizaron las aportaciones de más de cuarenta años, para poder tener cierta seguridad de disponer del volumen necesario para abastecer en caso de una situación de sequía como las ya vividas. Dada la población actual de España y las necesidades tanto para abastecimiento de agua, como para riego o uso industrial, no hay más remedio que recurrir a los embalses. La desalación no es una alternativa, por el elevado coste del proceso y la distancia de la costa al interior de la península. Puede afirmarse que gracias a los embalses hoy podemos beber, regar y realizar numerosos procesos industriales.

Finalmente, ¿por qué embalses franquistas? Es cierto que durante la dictadura, la capacidad de embalse en España se multiplicó por más de cuatro. Pero lo que pocos saben es que Franco, básicamente, ejecutó el Plan de la II República. Lo explico a continuación.

A principios del siglo XX, la capacidad de embalse en España era de sólo unos 200 Hm3. El incansable político aragonés Joaquín Costa, impulsor del Regeneracionismo, quería olvidar el desastre colonial y ocuparse de la reconstrucción interna. Uno de los fundamentos de sus ideas era la política hidráulica. Rafael Gasset, político y director del diario El Imparcial (y curiosamente tío de José Ortega y Gasset), difundió y apoyó sus ideas, hasta el punto de que Francisco Silvela le ofreció el ministerio de Obras Públicas, desde el cual creó en 1902 el primer Plan Nacional de Obras Hidráulicas. De este plan se desarrollaron pocas actuaciones, aparte de otras debidas a iniciativa particular, para regadío de fincas y sobre todo producción de energía hidroeléctrica.

Un punto de inflexión clave vino con los ingenieros Rafael Benjumea y Manuel Lorenzo Pardo; el primero promotor del Salto de agua de El Chorro, en Málaga, y después ministro de obras públicas; y el segundo, creador de la Confederación Hidrográfica del Ebro, en 1926. El buen funcionamiento de este organismo dio origen a la creación de otras Confederaciones. Y durante la II República, el modelo se extendió a toda España. Las presas impulsadas por el régimen permitieron pasar de 1.200 a 3.500 Hm3 de capacidad de embalse. El famoso Plan Badajoz se inició en 1932. Y Lorenzo Pardo recibió el encargo de crear el Centro de Estudios Hidrológicos y redactar el segundo Plan Nacional de Obras Hidráulicas, aprobado en 1933. Entre otros, destacaron los ingenieros Félix de los Ríos y Manuel Díaz – Marta, que realizaron numerosos estudios que serían realizados después. Y ya se habían esbozado las bases de los trasvases entre cuencas, como el del Tajo al Segura.

Entonces, ¿es franquista la política de embalses? Decididamente, no. Era y sigue siendo una necesidad nacional, por motivos de higiene y riqueza, que unos hombres visionarios comenzaron y otros continuaron, incluso con ideas políticas muy diferentes

Parte de estos proyectos llegaron a ejecutarse durante la República, pero fue tras la Guerra Civil, y sobre todo a partir de 1945, cuando el crecimiento del volumen de embalses adquirió un carácter exponencial. En 1966 se habían superado ya los 25.000 hectómetros cúbicos de capacidad de embalse.

Entonces, ¿es franquista la política de embalses? Decididamente, no. Era y sigue siendo una necesidad nacional, por motivos de higiene y riqueza, que unos hombres visionarios comenzaron y otros continuaron, incluso con ideas políticas muy diferentes: Regencia de María Cristina de Habsburgo, monarquía de Alfonso XIII, dictadura de Primo de Rivera, II República, dictadura de Franco, y la actual monarquía parlamentaria; cada cual sin mirar el color de la política de sus antecesores, sino el interés público.

Continuidad en la planificación de los intereses generales: algo imprescindible para el progreso de la nación, y que pocos políticos se deciden a practicar.

José Luis Márquez Arroyo
José Luis Márquez Arroyo
José Luis Márquez Arroyo es Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos (UPM, 1991). Experto en construcción de presas y obras hidráulicas en general.

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