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ENTREVISTA / Alfons Cornella: «Si no llego a fin de mes y soy pobre con tres trabajos, ¿para qué quiero votar?»

Fundador del Instituto Next y de Infonomia, Cornella ha creado, además, el Curiosity Atelier, para las mentes más inquietas

Alfons Cornella, fundador del Instituto de Next y de Infonomia y creador del Curiosity Atelier.

Fundador del Instituto de Next y de Infonomia, dos referentes en innovación, Alfons Cornella ha creado más el Curiosity Atelier, una escuela de curiosidad para inquietos por naturaleza. Es autor de 33 libros sobre negocios, tecnología e innovación, así como de una gran cantidad de artículos breves sobre cómo las tecnologías pueden transformar las empresas. Consultor de algunas de las entidades más importantes de España, transmite sus ideas a más de 10.000 personas cada año, en sus conferencias y seminarios sobre innovación. Hablamos sobre el mañana, que está tan presente en el hoy.

¿Qué futuro le espera a Barcelona?

Hoy, es muy difícil hablar de cualquier cosa en términos generales. Sea una ciudad, una nación, una sociedad o un grupo de personas, hablar en conjunto es, creo, perder el tiempo. Habría que ir a lo específico, a las personas y sus organizaciones, para entender sus posibilidades. 

¿Ha caducado la visión general?

En una misma ciudad o país encuentras empresas que hacen cosas notables, y otras que se extinguen, casi sin darse cuenta. Prioricemos a las primeras, con nombres y apellidos. Parece contradictorio, pero, si te fijas en los particulares, percibes las posibilidades del conjunto. 

¿Y si hay que diseñar políticas industriales? 

Si se diseñan sobre un sujeto impreciso, “la sociedad”, y no sabemos exactamente de lo que estamos hablando, nos equivocamos. En cambio, si nos enfocamos en agentes específicos que funcionan bien, o los juntamos, entonces sí que pasan cosas. Este es un aspecto crítico. 

¿Pasan cosas aquí y ahora en la Industria 4.0?

Sea lo que sea lo que pase en el mundo, por ejemplo, la Inteligencia Artificial o los Digital Twins, aquí ya hay alguien que trabaja en ello. Esta es la salvación del conjunto del país, la diversidad de agentes en múltiples campos. Otros territorios son más de monocultivo.

El “dataísmo” ¿puede ser una máscara para ocultar la mediocridad?

Si. Por ejemplo, si en Barcelona una empresa es puntera en genómica o descubre una solución para el cáncer de páncreas, como ya ha ocurrido, precisamente eso es lo relevante y no que haya 50 start-ups dedicadas a eso, como datos que visten una presentación en Power BI. 

¿Tenemos un problema cultural?

Si, el de no dar importancia a los “champions”. Es el papanatismo de pensar en el colectivo como el salvador de la nación, cuando, en realidad, son las personas y los grupos los que hacen las cosas. Aquí, ecualizamos los resultados individuales con el paraguas de marcas colectivas.

¿Fuenteovejuna, todos a una?…

En los eventos, siempre vemos pasquines con un montón de logos de entidades, que no se sabe muy bien qué papel han tenido. Es una desmaterialización de la realidad, en base a múltiples agentes que, en realidad, no aportan nada.

¿Tenemos miedo a impulsar iniciativas individuales?

Si. ¿Estamos preparados para pagar un millón de dólares al año a un científico de primer nivel? No. Si lo hiciéramos, como hace el instituto Max Planck en Alemania, sabiendo que su impacto en la ciencia va ser enorme, al final, generaríamos mucho retorno económico.

Pero no nos importa pagar 30 millones al año por un futbolista…  

O más, 100 millones al año. ¡Es absurdo! En cambio, los ICREA están bien pagados, pero necesitamos muchos más y todavía mejor pagados, porque el nivel de competencia internacional está creciendo mucho. 

¿Qué es lo que no acabamos de pillar?

Creo que no nos damos cuenta de lo importante que es, y cuantos años ha costado, esta singularidad de las personas o los grupos que tenemos, pero que no cuidamos. No aceptamos la realidad de que una persona puede cambiar el mundo. Es algo que siempre me sorprende.

En Estados Unidos no es así…

Y tampoco en Asia.

¿Qué tendríamos que mejorar respecto a ellos?

Nuestro posicionamiento global. ¿Qué queremos ser en el mundo? La posición no se sostiene con las siglas de una entidad política o público-privada, por muchos recursos que pongan, sino con personas o grupos con la inteligencia, conocimiento, tecnología y ciencia adecuadas.

Algunas de ellas ya están aquí… 

Si. Nos brindan unas oportunidades enormes. ¡Y seguimos atrayendo a perfiles de este tipo de todo el mundo! Lo que falta es darles más ancho de banda y facilitar que se conecten entre sí.

Y que estén aquí, ya es un privilegio.

Es un milagro que atraigamos a tanta gente tan capaz, y no sólo como start ups, sino también en el ámbito científico, o centros I+D de multinacionales, o centros de datos. ¡No nos damos cuenta de la suerte que tenemos y no la trabajamos!

¿A qué se debe el magnetismo de Barcelona?

La situación geográfica y el “easy going” son, sin duda, dos activos. Pero no son permanentes, ni ilimitados. Te vas a Madrid, Málaga u otras ciudades europeas y ves que, de aquí a nada nada, tendrán algo muy parecido. ¡Ahora incluso ya hay sol en todas partes! 

No sabemos leer lo que pasa en el mundo…

Así es. En Catalunya no tenemos visión ni estrategia. Por ejemplo, nadie habla de China ni intenta establecer lazos con ella. Es verdad que no tenemos estado propio para hacerlo, pero se podrían encontrar otras fórmulas. Suiza, Finlandia o Dinamarca sí que tienen lazos.

Algunas dificultades son difíciles de superar

Si, pero otras veces es por una actitud. Y nuestra tendencia a estar muy encerrados en nuestros propios problemas y no querer jugar en la liga mundial, es un auténtico hándicap. Al final, es un tema de liderazgo. De tener liderazgos potentes. 

Usted habla de energía y educación como los grandes vectores de futuro…

En educación tenemos de todo: gente que lo hace muy bien, y otros que no. No soy partidario del café para todos, sino de dar más café a quienes lo hacen bien para que los demás se animen. Pero dejando de lado el buenismo de repartir a todos. 

¿Se percibiría lo suficientemente equitativo?

Cuidado, no propongo desigualdad a base de dar más a los que tienen más. Lo que digo es que, si hay una escuela del Raval que innova y lo hace bien, ayudémosla. No porque sea del Raval, sino porque está haciendo innovación educativa. 

Como dice Andreu Veà, ayudar a quién ayuda…

Si. A veces, el gobierno dice “quiero ayudar a innovar a las empresas”. Pero quien no quiera ser evangelizado, no lo será. Y quienes ya han empezado, que sigan. Hay que aliarse con quien cambia la forma de trabajar y la hace más nueva, más moderna y sostenible.

¿Y en energía?

Sin un flujo sostenible y barato de energía, ni siquiera habrá industria. Si conseguimos la soberanía energética, podremos desarrollar sistemas educativos que hagan posible una nueva industria, generando productos de alto valor añadido, y una clase media que mantenga un sistema democrático.

En caso contrario, subyugarse a ¿Estados Unidos?…

¿Y si dentro de 10 años hay un mini proyecto democrático en China? Según algunos expertos, significaría votar a alguna de las facciones del partido comunista chino, que ya tiene hoy un abanico amplio, de la extrema izquierda al centro y a la extrema derecha. Entonces ¿qué escogeríamos, Estados Unidos o China?

¿Qué queda de Europa y nuestros derechos humanos?

¿Para qué sirven los derechos humanos sin dignidad? El 23% de los niños europeos están en riesgo de exclusión económica. ¿Somos un modelo de éxito? ¿Lo es Suecia, donde muchas personas mayores mueren solas en casa y no las descubren en meses? Soy partidario de las libertades, pero tenemos que redefinir la dignidad. Si no llego a fin de mes y soy pobre con tres trabajos ¿para qué quiero votar?

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