Es conocida la vertiente xenófoba del nacionalismo catalán. Sin embargo, ahora este sesgo ya no se limita hacia el resto de españoles y a los catalanes con orígenes en el resto de España, sino que también se dirige hacia los inmigrantes de escaso poder adquisitivo. Este fenómeno se ha manifestado con el empuje experimentado por la formación de la ultraderecha separatista Sílvia Orriols, Aliança Catalana, que gobierna en la ciudad de Ripoll —y al que una encuesta ya augura representación en el Parlamento catalán sin ni siquiera haber oficializado su intención de presentarse a los próximos comicios autonómicos—.
El éxito de Orriols ha arrastrado a Junts per Catalunya, que desde hace unos meses ha endurecido el discurso contra la inmigración proponiendo medidas como la expulsión de los inmigrantes que delincan en reiteradas ocasiones. En este contexto, conocemos ahora que un partido pionero en estas lides, el Front Nacional de Catalunya, acaba de anunciar su propósito de presentarse a las elecciones europeas. La formación apuesta por combatir la inmigración que «minoriza a los catalanes», así como por la secesión unilateral. «Queremos representar el Estado Catalán, hoy bajo ocupación, para promover la visión catalana de la construcción de Europa, basada en la defensa de los derechos de todas las naciones e identidades europeas ante las políticas globalistas», resumen.