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ANÁLISIS / Preguntas incómodas en un escenario internacional tensionado e intoxicado

El mantenimiento del despliegue en la región Indo-Pacífico sugiere que China se ha convertido en la gran amenaza de EEUU

Vladímir Putin.

En mi artículo “Dos años de guerra infame y estéril en Ucrania” publicado El Liberal el 2 de marzo, planteaba la urgencia de poner fin a una guerra en el corazón de Centroeuropa que está causando decenas de miles de víctimas y centenares de miles de bajas en los ejércitos de ambos bandos, ha provocado el desplazamiento y forzado a emigrar a millones de ucranianos y está dejando el país devastado y empobrecido por décadas. Prevenía, además, contra la simplificación en que incurren los gobiernos de Estados Unidos, Reino Unido, países miembros de la OTAN y la UE, etc., cuando presentan esta guerra como una defensa de la libertad y la democracia en Europa, amenazadas, según nos dicen, por el gobierno tiránico de Putin y el expansionismo imperialista ruso. La UE empeñada en continuar con la asistencia militar y prolongar la guerra está haciendo un flaco servicio a los ucranianos de a pie, las principales víctimas de la guerra, y a los europeos en general que son quienes están soportado las disrupciones en los suministros y las elevaciones de precios ocasionadas por el conflicto.

Cualquier observador razonablemente objetivo reconocería tras examinar el mapa incluido en mi artículo, donde aparecían coloreadas las sucesivas ampliaciones de la OTAN desde la disolución de la U.R.S.S. en 1991-1992, que la única amenaza expansionista real en Europa es la que han patrocinado los países de la Alianza Atlántica estrechando el cerco a Rusia sin pausa, década tras década. No hace falta ser un paranoico agente de la KGB, como suelen presentar a Putin con frecuencia los medios de comunicación occidentales, para darse cuenta de la formidable operación de acoso a que ha estado sometida Rusia desde 1992, por mucho que sus mentores intelectuales y voceros mediáticos intenten presentárnosla como una ampliación de la Alianza Atlántica de carácter estrictamente defensivo. 

Cuál hubiera sido la respuesta del gobierno de EEUU si Canadá, México, Cuba y la República Dominicana hubieran ingresado en el Pacto de Varsovia en los 60

En efecto,  la OTAN justifica la creciente presencia militar en las fronteras con Rusia como “el resultado directo del comportamiento de Rusia que refleja un patrón de acciones agresivas contra sus vecinos y contra la más amplia comunidad transatlántica” para concluir que “Rusia representa  la más significativa amenaza directa a la seguridad de los Aliados y a la paz y estabilidad de la zona Euro-Atlántica”. Pregúntense ahora ustedes cuál habría sido la respuesta del gobierno de Estados Unidos si Canadá, México, Cuba y la República Dominicana hubieran decidido ingresar en el Pacto de Varsovia en los años 60, permitido a decenas de miles de soldados soviéticos estacionarse en esos países, establecido un sistema de vigilancia exhaustivo sobre el espacio aéreo en las fronteras con Estados Unidos y desplegado a pocos km de territorio estadounidense grupos de combate coordinados por Moscú y misiles soviéticos con cabezas nucleares apuntando a las principales ciudades estadounidenses. Volveremos sobre este asunto enseguida. 

Pero las dos varas de medir no se aplican sólo a Rusia sino también a la República Popular China. La reunión que mantuvieron los presidentes Biden y Jinping en Woodside, California, el 15 de noviembre de 2023, sirvió para restablecer los canales de comunicación al más alto nivel entre los gobiernos y los ejércitos de ambos países, pero para poco más. Biden aseguró al mandatario chino que la posición política del gobierno de Estados Unidos sobre una única China no había cambiado,  pero le reiteró también su compromiso inquebrantable con la defensa de sus aliados en la región Indo-Pacífico, donde ocupan un lugar especial el Tratado de Seguridad y Cooperación Mutua con Japón y la Alianza Trilateral Aukus con Australia y Reino Unido (RU). Apenas dos semanas después del encuentro en California, “los jefes militares de US, RU y Australia se encontraron junto a la costa y acordaron desplegar inteligencia artificial para rastrear mejor los submarinos chinos”, según publicaba Bloomberg el 4 de diciembre de 2023. Y los días 7 y 8 de febrero de 2024 las fuerzas navales de Estados Unidos, Japón y Australia realizaron maniobras conjuntas en el Mar del Sur de China.

Las dos varas de medir no se aplican solo a Rusia sino también a la República Popular China

El pasado 14 de febrero, la agencia de noticias turca Defensehere informaba de que “en un movimiento sin precedentes, el Primer Grupo de Fuerzas Especiales del ejército de Estados Unidos se estacionará de forma permanente en Taiwan, República de China” para desarrollar una misión permanente de adiestramiento en la isla. Según la información publicada “el posicionamiento de las tropas estadounidenses facilitará la recogida de información sobre los movimientos en el Estrecho de Taiwan y en la costa de China, incluidas las bases navales y aéreas localizadas en Xiamen”. El portavoz del Departamento de Defensa de Estados Unidos, teniente coronel, Martin Meiners, se apresuró a declarar que “nuestro respaldo a, y nuestras relaciones defensivas con, Taiwan permanecen firmes frente a la amenaza real que representa la República Popular China”.

Pocos días después, la agencia Reuters informaba el 5 de marzo de que los ejércitos de Estados Unidos y Filipinas volverán a realizar un ejercicio militar conjunto, operación “Balikatan· u “hombro con hombro”, en localizaciones estratégicas incluidas algunas islas del archipiélago orientadas a Taiwan y al Mar del Sur de China, mencionándose explícitamente Batanan, la isla más próxima a Formosa, y zonas en la provincia de Palawan “donde se registraron frecuentes altercados entre Manila y Beijing el año pasado”. La nota de prensa informaba de que desde la llegada al poder del presidente Marcos, la presencia de soldados estadounidenses en Filipinas se ha duplicado y que en las maniobras militares que tendrán lugar entre la tercera semana de abril y la primera de mayo participarán un número superior a los 17.000 soldados que tomaron parte en las del maniobras del año pasado, y se focalizarán en “adiestramiento cibernético” y “guerra de información”. La cifra de soldados estadounidenses estacionados en Japón ronda los 50.000 efectivos.

Kennedy ordenó el bloqueo total de Cuba tras detectar sus aviones espía que se estaban construyendo rampas de lanzamiento de misiles

Muchas personas de mi edad podríamos responder a la pregunta que planteaba al principio del artículo: ¿cuál habría sido la respuesta del gobierno de Estados Unidos si Canadá, México, Cuba o la República Dominicana hubieran decidido ingresar en el Pacto de Varsovia en los años 60? Podemos hacerlo porque muchos recordamos la crisis de los misiles vivida con gran angustia en 1962. Kennedy, presidente de Estados Unidos, ordenó el bloqueo total de Cuba tras detectar sus aviones espía que se estaban construyendo rampas de lanzamiento de misiles en la isla caribeña, poniendo con esta decisión al mundo al borde del abismo nuclear. Fue el líder soviético Kruschev quien dio marcha atrás exigiendo a cambio de la retirada de los misiles la garantía de que Cuba no sería invadida por Estados Unidos.

Porque conviene tener presente para apreciar la dimensión de lo ocurrido que el despliegue de misiles en Cuba no fue precisamente una mera provocación soviética, como se quiso presentar en Occidente, sino la respuesta al intento fallido de invasión clandestina de Cuba en Bahía Cochinos, una acción militar pergeñada y financiada por agencias del gobierno estadounidense, y que las rampas de lanzamiento soviéticas se estaban construyendo en Cuba mientras la CIA y el Departamento de Defensa preparaban  una nueva invasión de la isla, bautizada como Operación Mongoose, para derrocar por la fuerza el régimen comunista de Castro y asesinar a los líderes castristas. Podríamos también mencionar la más reciente invasión de Granada ordenada por el presidente Reagan el 25 de octubre de 1983 a cuenta de la construcción en la isla de un aeropuerto susceptible de usos militares según Estados Unidos. 

El gobierno estadounidense sigue considerando natural instalar bases operativas de la OTAN en casi todos los países europeos fronterizos con Rusia

La situación no ha cambiado en lo esencial y el gobierno estadounidense sigue considerando  natural instalar bases operativas de la OTAN en casi todos los países europeos fronterizos con Rusia y justifica la realización de maniobras conjuntas con los gobiernos de Taipei o Manila para contrarrestar la amenaza de Pekín en el Mar del Sur de China. ¿Permitiría el gobierno de Estados Unidos que Rusia o China establecieran bases permanentes a pocos km de sus fronteras y sus ejércitos realizaran maniobras militares conjuntas con algún país cercano a Estados Unidos en, digamos aguas del Caribe, para frenar la amenaza (real o imaginaria) que representa para ellos los Estados Unidos de América? Hasta donde conozco, Pekín no ha financiado ningún ejército de paramilitares para invadir Formosa o alguna isla del archipiélago filipino, ni confiado a sus marines o paracaidistas hacerse con el control de ninguna isla en la región Indo-Pacífico. No existen amenazas creíbles contra Taiwan, o al menos tan creíbles como las que existían en el caso de Cuba en 1962, que justifiquen el despliegue de tropas estadounidenses en una isla cuyo gobierno no ha sido reconocido por Estados Únicos y está excluido de Naciones Unidas por una la sencilla razón de que la Asamblea General (Resolución 2857, 1971) reconoció “que los representantes del gobierno de la República Popular China son los únicos representantes legales de China en Naciones Unidas”.

Putin no es el único asesino peligroso ni el único gobernante con impulsos imperialistas que ha pisado este planeta. Los europeos sabemos mucho sobre atrocidades e imperios y deberíamos preguntarnos si queremos preservar la preciada paz en nuestro continente o preferimos dejarnos arrastrar a una guerra infame y estéril para defender los intereses hegemónicos de un país que desde el final de la II Guerra Mundial ha mostrado escaso entusiasmo en buscar el entendimiento pacífico con sus adversarios políticos y rivales económicos. Dos informes remitidos por la Oficina de Rendición de Cuentas del Gobierno (Government Accountability Office) a los presidentes y vicepresidentes de los Comités de las Fuerzas Armadas del Congreso y Senado de Estados Unidos, el primero fechado el 6 de octubre de 1989 y el segundo el 20 de agosto de 1991, cifraban en 319.000 militares y 43.000 civiles los estadounidenses desplegados en Europa en 1987, y en 297.987 militares y 36.410 civiles en la región Indo-Pacífico.

El mantenimiento del despliegue en la región Indo-Pacífico sugiere que China se ha convertido en la gran amenaza de Estados Unidos

El segundo informe precitado se abría con estas esperanzadoras palabras: “Con el final de la Guerra Fría, los Estados Unidos están en posición de reevaluar las amenazas y remodelar su presencia militar en el exterior”. Un informe del Departamento de Defensa publicado en junio de 2022 cifraba en 100.000 el número de militares estadounidenses desplegados en Europa y otro informe de la Oficina de Investigación del Congreso fechado el 6 de junio de 2023 en 375.000 el total de personal militar desplegado en la región Indo-Pacífico. Aunque la reducción de los efectivos militares estadounidenses en Europa viene a confirmar que se produjo cierto deshielo tras el desmembramiento de la Unión Soviética, el mantenimiento del despliegue en la región Indo-Pacífico sugiere que China se ha convertido en la gran ‘amenaza’ de Estados Unidos y la guerra en Ucrania en una guerra regional sólo útil para desgastar a Rusia y empobrecer y debilitar a Europa, incluida la UE.

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