Germinans Germinabit, blog dedicado a la divulgación eclesiástica, publicó ayer un análisis sobre las crecientes divisiones dentro de la Iglesia Católica. El texto analiza a fondo el escenario tras el fallecimiento del Papa Francisco, advirtiendo que la institución enfrenta un riesgo significativo de «ruptura» debido a disputas doctrinales y luchas de poder.
La premisa es clara: un cónclave marcado por la polarización, donde facciones conservadoras y progresistas compiten por definir el rumbo de la Iglesia. El cónclave para elegir al nuevo Papa se desarrolla así bajo una profunda brecha, resultado de las políticas del pontificado de Francisco, que han exarcebado las diferencias entre tradicionalistas y progresistas. El colegio cardenalicio, encargado de la elección, está dividido no solo por cuestiones teológicas, sino también por influencias políticas, como el rechazo al “progresismo” asociado al Concilio Vaticano II y al legado de Francisco. Esta división «recuerda el Cisma de Occidente», cuando la ambición de reinos cristianos y la falta de claridad jurídica provocaron la coexistencia de múltiples papas.
Otro aspecto crítico es «la vulnerabilidad del sistema de elección papal», regulado por el Derecho Canónico. Estas normas fijan un máximo de 120 cardenales electores, un límite de edad de 80 años y un aislamiento estricto para evitar injerencias externas. Sin embargo, Francisco ignoró el límite de electores, creando un precedente que podría ser explotado. Si el bando perdedor en el cónclave alega irregularidades, como un exceso de electores o la inclusión de cardenales mayores de 80 años, podría declarar nulo el resultado, desencadenando una crisis.
El cardenal Gerhard Ludwig Müller ha advertido sobre este riesgo, subrayando la necesidad de un consenso para evitar una fractura. Existen incluso grupos como los sedevacantistas, que cuestionan la legitimidad de papas recientes. Históricamente, la influencia de poderes civiles en la elección papal ha sido una fuente de conflictos, un problema que las normas canónicas buscan contrarrestar, aunque no siempre con éxito.
Amplificado en el ámbito digital como una advertencia urgente, este análisis pone de manifiesto los desafíos que enfrenta la Iglesia para mantener la unidad. La capacidad de los cardenales para respetar las normas y el resultado y superar las divisiones determinará la solvencia de la institución durante los próximos años.
