«Selfie yacht». Así ha bautizado el Ministerio de Asuntos Exteriores del Gobierno israelí al barco que, bajo la estela de Greta Thunberg, ha sido detenido por las autoridades judías tras un intento de «entregar ayuda humanitaria a Gaza». Según la Coalición de la Flotilla de la Libertad, artífices de la operación, la misión buscaba «romper el bloqueo marítimo impuesto por Israel» y llevar suministros esenciales a la población palestina. A efectos prácticos, pero, la ayuda era poca, ínfima. Sumado a ello, la presencia de Thunberg, cautivada siempre por el protagonsimo y la proyección mediática, lleva a los israelíes y una parte considerable de la opinión pública a considerarlo poco menos que un «truco publicitario». Un «yate de selfies» destinado a la promoción informatica. El yate, para poner en contexto, llevaba menos ayuda que un camión de dimensiones «moderadas», la cual será enviada a Gaza por parte del propio ejército israelí.
Good morning to all our followers 🇮🇱☀️
— Israel ישראל (@Israel) June 9, 2025
In case you missed it:
🥪 The ‘selfie yacht’ is safely making its way to the shores of Israel. The passengers are safe and were provided with sandwiches and water, and are expected to return to their home countries.
🤏 The tiny amount of… pic.twitter.com/Gfn9I3ZI2l
La detención se ha producido cuando fuerzas israelíes han interceptado el Madleen -toda embarcación merece un nombre a la altura- para desviarlo al puerto de Ashdod. Thunberg y los demás activistas han sido retenidos, siendo en todo momento tratados adecuadamente y con acceso a comida, agua y productos de higene personal. Israel avanza que serán devueltos a sus países de origen. Aún así, la activista sueca, de 22 años, se empeña en denunciar el suceso como un «secuestro», acusando a Israel de violar el derecho marítimo. La Coalición de la Flotilla de la Libertad respalda esta postura, condenando la intervención como «ilegal» y exigiendo la «liberación inmediata de los detenidos». Quizás habría sido más inteligente no involucrarse en un conflicto armado entre naciones. Algo imprudente si tenemos en cuenta que estamos hablando de una zona de guerra.
Este episodio subraya las tensiones entre activismo, política y percepciones mediáticas en conflictos internacionales, con un perfil de lo más polémico debido a sus actuaciones pasadas y aparante afán de protagonismo que a menudo han desacreditado las intervenciones de Thunberg después de su benjamín activismo climático.