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Todos contra el PP

Para quienes de veras desean desalojar a Sánchez de la Moncloa y recortar la influencia de Vox en un futuro gobierno, la mejor opción no es votar en blanco

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo.
El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo.

Así podría resumirse la mezcla de incongruencias y congruencias que escuchamos durante la sesión matinal vivida en el Congreso el 9 de julio para abordar los casos de corrupción del gobierno y el PSOE de Sánchez. Incongruencias porque quienes tenían que asumir las responsabilidades políticas, el presidente del gobierno y el portavoz del grupo socialista en el Congreso, se limitaron a repetir el cuento de las dos o tres manzanas agusanadas, mintiendo cuantas veces hizo falta con descaro (ya saben, nosotros actuamos con rapidez y contundencia en cuanto tenemos noticias) y poniendo en marcha el ventilador de Moncloa para sacar a relucir casos de corrupción, pasados y hasta juzgados, olvidando mencionar, claro está, el más grave de todos ellos: la trama urdida en torno a los ERE por Chaves y Griñán, ambos presidentes de la Junta de Andalucía y del PSOE condenados junto con no se sabe cuántos líderes más del partido socialista.

Por cierto, Patxi López, el aguerrido portavoz de Sánchez en el Congreso, da muestras indubitables de padecer amnesia selectiva en estado avanzado. De un tiempo a esta parte, no deja de repetir que el  PP es el único partido condenado en los tribunales, olvidando mencionar los casos de corrupción que afectaron a Convergencia Democràtica de Catalunya, el partido del prófugo de Waterloo con quien su secretario de organización, hoy encarcelado en Soto del Real, pactó la ley de autoamnistía en Bélgica. Sí, el partido con los mismos perros y collares en que milita la diputada Nogueras quien, en otro alarde de desvergüenza, ha llegado a afirmar que la corrupción es cosa de España, no de Cataluña, porque Cataluña no es España. Pero los problemas mentales de Patxi van más allá de la amnesia selectiva y es que tras tantos años de pachín pachín pachán, el tercer hombre que facilitó a Sánchez hacerse con la secretaría general del PSOE, empieza a padecer alucinaciones que le llevan a ver fascistas en cualquier político, periodista o ciudadano que le lleva la contraria, al tiempo que se enorgullece de haberse sentado con los fascistas de EH Bildu y culpar de ello al PP. Me tranquiliza estar en el régimen del 78, no en la por algunos añorada II República, porque a saber lo que haría este hombre contra los ‘fascistas’.

Todos contra el PP

Comentaba en mi artículo “La larga y ardua travesía del PP”, publicado en Expansión el 5 de junio, que los socios y avalistas de Sánchez aprietan, pero no ahogan. Desconozco el grado de lucidez mental de Díaz cuando intervino en el pleno, pero tras escucharla decir “sé que usted es honrado” y trasladarnos que la ciudadanía progresista “está angustiada, por la corrupción y porque no quieren que gobiernen las derechas”, estuve tentado de apagar la televisión. Como infatigable sindicalista, nadie puede negarle su capacidad para lanzar entre visita y visita al peluquero una andanada a las derechas y arrogarse la representación de las clases populares, aunque nadie lo diría en vista de la escasa representación de su variopinta coalición. En resumen: la corrupción del PSOE le viene a Sumar como anillo al dedo y seguramente tiene preparada la bandeja para arrancar algún ministerio más al “hombre honrado”. Ahí empieza y acaba la preocupación de Yolanda con la corrupción del PSOE.

Rufián da para lo que da. Con su habitual tono retador, dirigió a unos y a otros sus dardos, alternando frases entrecortadas y preguntas impertinentes porque no da más de sí el encorbatado rufián. Algo me quedó claro de su intervención: estamos dispuestos a aguantar la corrupción del PSOE mientras 1) todo quede en dos o tres pillos porque la izquierda, a diferencia de las derechas, no tolera la corrupción ni en pintura; y 2) usted siga aflojando, ya sabe, hacienda propia y financiación singular. Porque ERC no tolera la corrupción, Junqueras aceptó ir de segundo de Artur Mas, líder de la corrupta CDC, en las listas de Junts pel Sí en 2015, y ser el vicepresidente del prófugo de Waterloo, elegido por Mas para sucederle en 2016. ¡Hay que ver cómo les molesta a los republicanos catalanes de izquierda ir de la mano con la derecha corrupta! EH Bildu, compadres de ERC, fueron los más claros de todos: nosotros, dijo Aizpurua, queremos acabar con el régimen del 78 que es, a su entender, lo que permite mantener la corrupción política, institucional, judicial y policial. Y no vamos a encontrar mejor oportunidad para hacerlo saltar por los aires que con el débil gobierno de Sánchez. Ni una palabra de la extorsión que practicaba la banda terrorista ETA en cooperación con la incorrupta izquierda vasca. 

El PNV, no importa quien sea su portavoz, sigue desgranando lecciones de sabiduría popular con chistu y tamboril en mano mientras bailan el aurresku. Quienes no tuvieron ningún problema en respaldar la moción de censura el 1 de junio de 2018 para castigar la corrupción del PP, ahora han llegado a la conclusión, tras conocer los gravísimos casos de corrupción en los que, según afirmó su portavoz, Sánchez “tiene una responsabilidad directa”, a explicarle que sólo le quedan tres opciones: 1) presentar una moción de confianza; 2) dimitir y asumir responsabilidades; y 3) disolver las cámaras y convocar elecciones. Tras advertir a Sánchez que quiere pasar página demasiado rápido, Vaquero, la nueva cuentacuentos peneuvista, nos dejó la moraleja de la fábula: “usted [Sánchez] hoy no está completamente desnudo, pero sí con una hoja de parra”. ¡Qué escalofrío contemplar a semejante hombretón en cueros! Vamos, vino a decirle, que por nosotros puede seguir paseándose con su hojita por el jardín monclovita mientras no nos toque el concierto, nos transfiera más competencias y mantenga a Pradales como presidente en Vitoria. Ahí, empieza y termina la pía moralidad del nacionalismo vasco.

Sobre la posición de los líderes de Junts, la matiné tampoco aportó novedad alguna. España es un Estado opresor y hay que aprovechar la oportunidad del 23-J para extraer concesiones y acercarse a sus objetivos: avanzar hacia la autonomía judicial, fiscal y económica y reducir la presencia del Estado en Cataluña a su mínima expresión. La precaria situación de Sánchez les permite seguir administrando a su antojo la prórroga día a día y recordando al presidente acosado por la corrupción que en sus manos está decidir cuánto estiran la Legislatura. Un triunfo holgado del PP en las próximas elecciones, como anticipan las encuestas, les haría perder su privilegiada posición actual, así que Junts se contenta con estirar cuanto puede la masa corrupta sin llegar a romperla, temerosos de que unas elecciones puedan dejarles también sus intimidades cubiertas con una hoja de cepa ‘penedenca’

VOX quiere también hacer caja

Aunque Sánchez agita el espantajo de que viene la derecha y la ultraderecha para confundir a los ciudadanos, lo cierto es que la intervención de Abascal estuvo centrada no tanto en  atacar al N.º 1 de la trama corrupta cuanto en atacar a Feijóo, como reconocen incluso medios afines al régimen sanchista. Por si alguien tenía todavía alguna duda sobre sus intenciones, se puede decir que Vox se ha convertido en el caballo de Troya de Sánchez y Abascal en el antagonista más feroz de Feijóo, no en su potencial aliado para desalojar a Sánchez de la Moncloa lo antes posible. Anteponer ese antagonismo a la deseabilidad de coordinar esfuerzos para acabar con la corrupción moral y política del sanchismo revela la falta de compromiso de Vox para hacer realidad los altisonantes objetivos de regeneración que su líder dice propugnar. Abascal 

A quienes aún piensan votar a Abascal, personaje propenso a pronunciar frases lapidarias y tan proclive a levantar muros entre los españoles como el mismo Sánchez, sus socios y avalistas, les aconsejaría que se lo piensen dos veces porque su voto sólo va a servir para echar una mano a Sánchez y ayudarle a aferrarse al poder tras las próximas elecciones. Cuando Abascal afirma que “otros tienen mucha prisa por llegar y sentarse y nada más” vuelve a equivocar el blanco. Somos muchos quienes, a diferencia de él, no aspiramos a sentarnos, pero sentimos la urgencia de poner fin a la gravísima situación en que el Tribunal Constitucional constitucionaliza lo inconstitucional a instancias del gobierno de Sánchez, un ministro de Justicia pretende dejar la instrucción judicial bajo la tutela de un fiscal general imputado en el Tribunal Supremo, una ministra de Hacienda dispuesta a conceder financiación singular a Cataluña para contentar a los golpistas de ERC, etc.

A pesar de la manifiesta agresividad e inequívoco antagonismo de Abascal y Vox hacia Feijóo y el PP, algunos ciudadanos continúan sintiéndose incómodos ante la perspectiva de votar al PP por temor precisamente a una posible alianza de ambos partidos para formar gobierno tras unas elecciones. Pero para quienes de veras desean desalojar a Sánchez de la Moncloa y recortar la influencia de Vox en un futuro gobierno, la mejor opción no es votar en blanco, como el expresidente González ha indicado que piensa hacer si Sánchez es el candidato del PSOE, sino apostar por una alternativa efectiva, como Savater pedía en una columna hace unos días. La prioridad para los demócratas es poner fin lo antes posible a la descomposición política e institucional en que estamos sumidos, desactivando la levadura tóxica con que Sánchez ha urdido sus gobiernos desde que fuera aupado por populistas y separatistas a la Moncloa el 1 de junio de 2018. Vamos, por pura higiene democrática más que por afinidad política.

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