El fantasma de 2020 sigue planeando sobre la memoria de Trump. Tras la derrota contra Biden en sus segundas elecciones, que el republicano achacó al fraude en el voto por correo, su cruzada con esta modalidad de sufragio parece tomar forma, con el anuncio de que va a firmar una orden ejecutiva destinada a eliminar el voto por correo y el uso de máquinas de votación de cara a las elecciones midterm de 2026.
Trump: "Vladimir Putin said something — one of the most interesting things. He said 'your election was rigged because you have mail in voting.' He said, 'mail in voting, every election — no country has mail in voting. It's impossible to have mail in voting and have honest… pic.twitter.com/glEXFHWp6u
— Aaron Rupar (@atrupar) August 16, 2025
Trump sostiene que los sistemas actuales resultan “caros, imprecisos y controvertidos”, y que el país necesita regresar a un modelo de votación tradicional, basado en papeletas físicas contadas de manera manual. “Debemos traer honestidad a nuestras elecciones”.
Además, el mandatario estadounidense señala como medida complementaria exigir a todo votante un documento identificativo, que garantice la trasparencia de cualquier comicio electoral. No obstante, los demócratas rechazan su propuesta, puesto que indican que esta iniciativa, de implementarse, limitaría el voto de las capas más populares, que «no siempre tienen la documentación actualizada».
El anuncio llega también tras la cumbre en Alaska con Putin, quién coincidió en que este método resulta incompatible con unas elecciones plenamente transparentes -sabe de lo que habla-. Trump es claro; la preocupación por la seguridad de las papeletas enviadas por correo no es nueva y numerosos estadounidenses comparten la misma inquietud.
En términos prácticos, pero, la Constitución otorga a los estados amplias competencias en materia electoral, por lo que la viabilidad de la orden ejecutiva es incierta. Puede hacerse, por supuesto, pero cada estado tiene potestad para decidir si la aplica o no. La propuesta sí consigue, sin embargo, reabrir un debate de fondo que parecía cerrado y colocarlo en el centro de la agenda política.
Los ciudadanos se dividen. Una mayoría considerable parece compartir el argumentario del presidente, preocupados por la integridad del sistema electoral americano y las disonancias que el voto por correo ha causado a lo largo de su historia en procesos que parecían cerrados. También hay críticas, claro, que perciben en la medida un acotamiento de sus derechos civiles al eliminar métodos para expresar su voluntad política.