Estados Unidos parece dispuesto a emprender una guerra total contra los narcos venezolanos del cártel de Los Soles. A los numerosos ataques norteamericanos contra lanchas de narcotraficantes de las últimas semanas se suma ahora la posibilidad de que el portaaviones más grande del mundo, el USS Gerald R. Ford, se dirija al Mar Caribe. Este martes ha sido visto atravesando el Estrecho de Gibraltar y pocos dudan de que el destino final de su travesía sea el Caribe.
Estados Unidos acusa al gobierno de Nicolás Maduro de permitir, o incluso estar implicado, en redes de narcotráfico que operan desde Venezuela hacia el Caribe y Norteamérica. En respuesta, Washington ha lanzado una ofensiva militar en aguas del Caribe, con un despliegue naval sin precedentes desde los años ochenta, que incluye buques de guerra y ataques a embarcaciones sospechosas de transportar drogas vinculadas a bandas como el Tren de Aragua. Esta escalada ha tensado gravemente las relaciones bilaterales y ha reabierto el debate sobre los límites del poder estadounidense en la región.
Por su parte, el gobierno venezolano rechaza las acusaciones y advierte que estas operaciones podrían ser el pretexto para una intervención o un intento de cambio de régimen. Maduro insiste en que Venezuela no es un territorio del narcotráfico y llama al diálogo, mientras Estados Unidos mantiene su discurso contra lo que denomina “narco-terrorismo”. El conflicto, que comenzó como una campaña contra el tráfico de drogas, se está transformando en un pulso geopolítico de alto riesgo con implicaciones que van mucho más allá del Caribe.
El buque de guerra más grande del mundo
Por otro lado, el USS Gerald R. Ford, bautizado en honor al presidente Gerald R. Ford, representa el salto tecnológico más importante en portaaviones en décadas. Construido por los astilleros de Newport News Shipbuilding, fue entregado en mayo de 2017 y entró en servicio en julio de ese mismo año. Con más de 100.000 toneladas de desplazamiento, 333 metros de eslora y una cubierta de vuelo de unos 78 metros de ancho, se sitúa como el buque de guerra más grande jamás construido.
Reactor nuclear A1B
Lo que hace verdaderamente sobresaliente al USS Gerald R. Ford no es solo su tamaño, sino sus sistemas de vanguardia: ha sustituido las catapultas de vapor por un sistema electromagnético de lanzamiento (EMALS), incorpora un nuevo reactor nuclear A1B, un radar de doble banda y un alto grado de automatización que reduce la tripulación necesaria. Gracias a estas mejoras, puede realizar entre un 25 % y un 30 % más de operaciones de despegue y aterrizaje al día que los portaaviones anteriores de la clase Nimitz.
Este barco no es solo una máquina de guerra, sino también un símbolo de poder naval proyectado hacia el siglo XXI. Su diseño prevé décadas de servicio con capacidad de actualización constante, lo que lo posiciona como eje estratégico para la presencia global estadounidense y aliada. En un momento en que los equilibrios geopolíticos marinos están cambiando, su entrada en operaciones marca una presencia que va más allá de lo militar: es una afirmación tecnológica y diplomática.





