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Ecos de la prensa independentista: Cataluña se juega el ser o no ser otra vez

El líder de ERC, Oriol Junqueras.

Informa ACN que, en una entrevista por escrito a Ràdio4, Oriol Junqueras ha dicho que el presidente Sánchez «ha de elegir entre Ciudadanos o ERC y la mayoría de la investidura después de que el gobierno español haya pactado con el partido naranja la prórroga del estado de alarma».

Esto era previsible; no tanto la exigencia a Quim Torra de que «debería convocar elecciones al Parlamento antes de que la justicia lo pueda inhabilitar, activando así el reloj de los comicios». Por supuesto, en su opinión, «la fecha de las elecciones debe ser consensuada con ERC».

La disolución de la legislatura y la convocatoria de nuevas elecciones es una prerrogativa del presidente de la Generalitat, pero su socio de gobierno lo vigila muy de cerca.

Por una salida independentista a la crisis

Nueva llamada de Joan Puig a los que mandan en el mundo independentista . Les pide: «Basta de reproches. Haced que cierren los perfiles de trolls e hiperventilados en las redes sociales que incitan a la guerra civil independentista». No es mala idea; pero, sin todos esos perfiles, ¿qué quedaría?

Primero mira atrás sin ira: «Siempre se ha dicho que el estado mayor del proceso (los que mandaban) decidieron frenar ante la posibilidad de que hubiera muertos. Así lo hicieron y no hay nada que reprocharles».

Luego, los muertos por pandemia parecen convertirse en un argumento a favor de la reagrupación de fuerzas: «Confínense, y no salgan hasta haber pactado una salida independentista a la grave crisis que padecemos, ya que lo que tenemos garantizado es que hacerlo «a la española» nos lleva a ser liquidados como pueblo».

De no conseguirlo, reclama «nuevos liderazgos que den respuesta al momento actual».

Tan encendida petición de unidad demuestra, aunque sea por pasiva, que esa unidad está más lejos que nunca. Los reproches ya no son obra sólo de militantes exaltados, sino de los mismos líderes en tribuna parlamentaria.

Cataluña se juega el ser o no ser, otra vez

Ramón Cotarelo, en elmon.cat, se sorprende retóricamente de nuestra obediencia hasta la muerte:

«¿Qué grado de represión, desprecio, expolio y agresión del estado español soportaremos los catalanes antes de desobedecer? ¿Hasta la muerte? En los últimos días, nueva serie de agresiones de todo tipo que tienen las redes, como dicen los medios, «encendidas», indignadas, echando humo por los tuits: nos roban las competencias y nos dicen cínicamente que debemos ejercer lo que no tenemos; nos envían miles de policías a zurrarnos y los condecoran y premian; nos roban por todas las cuentas del reino, especialmente a través del déficit fiscal, que vuelve a ser secreto de Estado; tienen nuestros medios de comunicación intervenidos y sometidos; nos encarcelan y nos condenan en procesos farsa, etc. Y esto sólo hace un par de días. Si miramos hacia atrás un poco, nos encontramos el Estatuto de 2006, la sentencia del Tribunal Constitucional. Si algo más hacia atrás, el café para todos».

Dos días, o doscientos años, da lo mismo: la oligarquía española se sirve de Cataluña para financiar este estado fallido que sólo se sostiene por la fuerza militar. Éste es el resumen de todos los artículos del género en que Cotarelo destaca.

Respecto a las próximas elecciones autonómicas, nuestro autor anuncia que son «decisivas para legitimar una salida de un enfrentamiento histórico dentro del cual España puede sobrevivir, pero Cataluña no». Es el mismo bucle de siempre: atribuir a las elecciones de diputados catalanes un sentido plebiscitario y, si se consigue una mayoría independentista, ésta se consagrará a pedir un plebiscito.

Cotarelo ya tiene decidida su opción electoral: «una lista independentista de país, sin partidos, encabezada por el único que tiene legitimidad para terminar el trabajo que empezó el 1-O, el presidente de la república catalana, MHP Puigdemont». ¿El presidente de la república va a encabezar una lista? Veremos.

Pedro Sánchez, un Quijote contra el virus

El profesor de antropología Manuel Delgado se declara «hombre de orden» en vilaweb.cat y afirma que la única manera de resolver esta situación es obedeciendo.

«No hagamos broma, pues: hay un virus, tú. La amenaza es real y la única alternativa para combatirlo era el confinamiento. Ya puedes darle tantas vueltas como quieras. Aunque sea por responsabilidad, lo que a mí me corresponde es decir que dejemos a un lado las libertades individuales que podía parecer que teníamos y entendamos que por encima de las libertades personales está el bienestar público».

Quién lo hubiera dicho de alguien que siempre se ha reído de las ordenanzas de civismo y ha aplaudido la rebeldía:

«No salgo de casa porque pienso en los otros. Y entiendo que la única manera de resolver esta situación es obedeciendo. Cumpliendo lo que nos dicen los que saben más que nosotros. Debemos preservarnos durante un tiempo los unos de los otros».

En cuestiones políticas, no se pronuncia sobre quién lo ha hecho mejor, si Madrid o Barcelona, pero ve venir quién saldrá beneficiado:

«Cuando todo esto pase, quien habrá sido el vencedor del virus será Pedro Sánchez. (…) El Quijote que derrota el virus es Pedro Sánchez y Pablo Iglesias sería Sancho Panza. Y los otros estorban, como los nacionalistas, que ponen palos en las ruedas, o el PP. Gente que no ha entendido las iniciativas del gobierno. Todo este discurso nos lo podemos encontrar. Y les puede funcionar.»

En cuanto al sistema económico, cree que prevalecerá la tranquilidad:

«Tendremos inyección en masa de dinero público y un rescate universal que garantizará el orden. En el fondo buscan eso. No harán peligrar la estabilidad mundial. No la quieren dejar en manos de espasmos colectivos que pueden implicar revueltas. Nos tranquilizarán a base de medidas que no afectarán a la distribución del poder y la riqueza. Es el modelo, un poco, de lo que fue el estado del bienestar, que llegó justamente después de una crisis. La Segunda Guerra Mundial. Para evitar el desorden social».

Las bondades de la UE

Dentro del debate que entretiene a los opinadores sobre cómo será el mundo después de la pandemia, en el Ara, Tomothy Garton Ash cree que la tendencia favorable a una renda básica universal contribuirá a «convertir una de las crisis más grandes del mundo de la posguerra en una grandísima oportunidad».

Pero hay más. Arriesgándose al desbordamiento lírico, anuncia un porvenir radiante: «Abordaríamos la abusiva desigualdad, tanto económica como cultural, que ha estado erosionando los cimientos incluso de democracias liberales establecidas como la británica y la estadounidense. Ahora que durante el confinamiento hemos aprendido a trabajar de diferentes maneras, más desde casa y sin tantos viajes innecesarios, podemos convertir esto en un nuevo modelo de vida laboral. Ahora que apreciamos el aire más limpio y el cielo más limpio, el canto los pájaros no ahogado por el tráfico y los lentos cambios de la naturaleza que antes no notábamos porque estábamos demasiado ocupados, hay que ponerse serios para dar los pasos radicales imprescindibles tanto para abordar el cambio climático como para dotarnos de más calidad de vida».

El mundo está lleno de peligros: «Los impulsos nacionalistas que vemos en Donald Trump y Xi Jinping son cada vez más fuertes». Pero Ash tiene puestas grandes esperanzas en la Unión Europea, por eso lamenta que «los opulentos países del norte como Alemania y los Países Bajos no muestran el grado necesario de solidaridad con las maltrechas economías del sur de la eurozona».

Harto optimista se le ve, cuando dice que la UE «ha de convertirse en el motor principal de una acción colectiva global». Las grandes potencias, como siempre ha sido y será, miran por sus propios intereses, y las medianas no tienen más remedio que seguir su ejemplo. La UE no puede imponer la visión idealista del mundo que propagan sus ideólogos, ni siquiera a sus propios ciudadanos.

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