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El populismo autoritario global (III): Mafia política

Notario, ex vocal del Consejo General del Poder Judicial y ex diputado del Parlament de Cataluña, Alfons López Tena firma el ensayo ‘No es nuestro primer rodeo: el populismo autoritario global’, que El Liberal ofrecerá a sus lectores en sucesivas entregas.

Los trastornos de la competencia mundial han desgarrado el tejido social de las sociedades tradicionales. Una vez más Cataluña es un buen ejemplo, donde cuarenta años de incesante y sistemático clientelismo desde las instituciones han cuajado así:

1.- Estar en el poder durante tantos años «le ha dado tiempo para centralizar el poder, monopolizar los medios de comunicación del país y construir una red clientelar de intermediarios locales altamente dependientes y, por tanto, muy leales. También ha creado una nueva burguesía que se caracteriza por la flexibilidad y la predilección por los favores políticos en lugar de la competitividad en el mercado. La administración pública, las instituciones estatales y las controladas por el Estado, y el creciente círculo de empresas que ganan contratos públicos están repletos de esa gente. El afianzamiento de las jerarquías locales y las élites políticamente dependientes – así como el refuerzo de la idea de que el destino de cada uno depende en última instancia de la política y las conexiones, no de los logros personales – influirá fundamentalmente en la estructura social por años. Una campaña de propaganda brutalmente eficaz contra todos los enemigos, extranjeros y nacionales, con la ayuda de fondos públicos aparentemente ilimitados y medios de comunicación progubernamentales, ha configurado una realidad paralela. No sólo ha jugado con el resentimiento histórico de la dominación extranjera, sino que también se ha aprovechado de los miedos más profundos de la gente. Y les ha ofrecido una cura: estabilidad, seguridad y homogeneidad. La lógica interna de este sistema – en el que los cálculos políticos prevalecen sobre las consideraciones morales – no proporciona ninguna oportunidad para la auto-corrección.»

«Esos gobernantes populistas se presentan como los únicos que tienen el derecho moral de estar en el poder«

2.- «Una mafia política pretende enriquecerse dirigiendo el país. Esta distinción es crucial simplemente porque tal gobierno debe ocultar lo que realmente está haciendo. Cuando todo está oculto, ocurre una negación colectiva de los hechos, que conduce a una cultura crónica de rumores. Sólo el más diligente puede aprender una o dos cosas sobre lo que la mafia gobernante está haciendo realmente. Y así tiene que ser, ya que su riqueza se ha obtenido a través de la corrupción y el crimen. Para poder ocultar con éxito sus acciones, nuestros líderes entierran a la población en mentiras, y para hacerlo con éxito, tienen que socavar el Estado y sus instituciones, intimidar a los medios de comunicación y sobornar a la gente, lo que hacen sin descanso. Estas son las armas que nuestros líderes usan para socavar a los críticos y la oposición, y para proteger ferozmente al gobierno y todo su desorden corrupto. La opinión pública es manipulada. En una sociedad tan débil como la nuestra, una mentira no se utiliza para la seducción ideológica, sino para reforzar la confianza en el gobierno autoritario. Esta dependencia siempre ha estado ahí. El gobierno actual elige a sus ministros, diputados, y editores de los medios progubernamentales por lo dispuestos a mentir que están. Se han elevado al poder presentándose como guardianes de un pueblo abandonado, apelando al nacionalismo y al egoísmo patriótico.»

«Décadas de esta dieta han alimentado una kakistocracia en la que los mejores son marginados por los peores con el fin de mantener el poder»

Así es como Zselyke Csaky y Vesna Pešić definen los métodos del populismo autoritario en Hungría y Serbia. Leído desde Cataluña —o Pakistán, Italia, Turquía,— suena extrañamente familiar. Esos gobernantes populistas se presentan como los únicos que tienen el derecho moral de estar en el poder, de otorgar empleos y riquezas públicas a sus clientes a cambio de lealtad, desacreditar a los jueces que pueden enfrentarse a sus crímenes, y sofocar a los medios de comunicación que podrían exponerlos. Esto les hace mucho más fácil robar y saquear impunemente riquezas públicas y privadas: anticompetitivos, antimeritocráticos, «invariablemente reemplazando a todos los talentos de primer nivel, independientemente de sus simpatías, con esos locos y tontos cuya falta de inteligencia y creatividad sigue siendo la mejor garantía de su lealtad», como Hannah Arendt escribió astutamente. Décadas de esta dieta han alimentado una kakistocracia en la que los mejores son marginados por los peores con el fin de mantener el poder; el amiguismo es el único criterio para decidir quién se nutre y cuánto de los despojos de los bienes públicos que saquean; y los cargos públicos sólo ofrecen «su disponibilidad a convertirse en instrumentos obsequiosos del placer del presidente” que describió Hamilton.

Primera entrega: El populismo autoritario global (I)

Segunda entrega: El populismo autoritario global (II): Todo por los nuestros

Cuarta entrega: El populismo autoritario global (IV): Comunitarismo anti-meritocrático

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