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¿Igualdad o postureo?: Se llamaba Yaiza, tenía cuatro años y una vida por delante

Sant Joan Despí (Barcelona)/ Mossos

Su olor, su fragilidad, su primer llanto. Resulta increíble como se puede amar a alguien que ni siquiera conoces. El amor no entiende de sexos, de estatus, de ideologías ni de culturas. Tampoco el odio ni la maldad son propios de una determinada clase social, ni del hombre, ni de la mujer, ni de los de izquierdas o los de derechas. Esto no es una opinión sino una evidencia que no tiene discusión y que, sin ir más lejos, nos acaba de abofetear, otra vez, de una forma estrepitosa.

El amor no entiende de sexos, de estatus, de ideologías ni de culturas. Tampoco el odio ni la maldad son propios de una determinada clase social, ni del hombre, ni de la mujer, ni de los de izquierdas o los de derechas.

El horror tiene nombre y apellido. Muchos. Demasiados nombres y apellidos. En las dos últimas semanas la maldad se llama Anna, Olivia, Yaiza y Rocío, cuatro inocentes que tenían toda una vida por delante hasta que alguien decidió arrebatársela.

El horror tiene nombre y apellido. Muchos. Demasiados nombres y apellidos. En las dos últimas semanas la maldad se llama Anna, Olivia, Yaiza y Rocío

Nuestros corazones están en Canarias, con Beatriz y con esa familia a la que acaban de romper en mil pedazos quitándoles de una forma atroz a dos criaturas que empezaban a vivir. ¿Cómo puede ser? ¿Qué debe pasar por la cabeza de alguien para cometer semejante crimen? Y no solo eso, sino que, además, se cometió con la intención de que esa madre jamás volviese a tener noticias de sus niñas.

¿Cómo puede el ser humano albergar tal odio? ¿Cómo alguien puede sesgar la vida que dio simplemente para castigar a su expareja? ¿Cómo pudo Tomás Gimeno acabar con sus niñas para castigar a Beatriz? Creo que jamás tendremos la respuesta a tantas preguntas que jamás deberíamos habernos hecho.

Nuestros corazones están en Canarias, con Beatriz y con esa familia a la que acaban de romper en mil pedazos quitándoles de una forma atroz a dos criaturas que empezaban a vivir.

La sociedad sufre minuto a minuto junto a esa madre que, con un talante ejemplar, siempre apostó por la vida. Si había una posibilidad de reencontrarse con sus niñas, esa era la única posibilidad que existía. Beatriz tiene el cariño de todos y cada uno de nosotros, de periodistas, de investigadores, de políticos. De todos. No podría ser de otra forma.

Así es. No podría ser de otra forma, pero lo es.

Se llamaba Yaiza, tenía cuatro años y su madre le quitó la vida

El 31 de mayo la pequeña Yaiza murió a manos de su madre en San Joan Despí (Barcelona). Tenía cuatro añitos y una sonrisa difícil de olvidar. Tenía un padre, unos abuelos, unos tíos y tías que la adoraban, una bisabuela que sentía devoción por ella.

A Yaiza le quitó la vida uno de sus pilares, su madre. ¿Por qué? Pues volvemos a lo mismo. Para castigar a una expareja. Sí, para castigar a su padre, un padre que está absolutamente destrozado por la pérdida de su hija de la que, curiosamente, pocos hablan.

Twitter ha convertido a Yaiza en tendencia y es que no es difícil comprobar cómo su caso ha pasado prácticamente desapercibido. Yaiza ha tenido, además, la mala suerte de caer en un lado de las estadísticas a las que pocos miran.

Twitter ha convertido a Yaiza en tendencia y es que no es difícil comprobar cómo su caso ha pasado prácticamente desapercibido.

Vuelvo a lo que decía al principio: el amor no tiene sexo ni el odio tampoco. Así es. Sin embargo, existe cierto postureo y oportunismo empeñado en hacernos creer que esto no es así. Por supuesto existe la violencia machista y no solo existe, sino que nos inunda, nos mata. Es necesario luchar contra ella con toda la energía y recursos posibles. Pero ¿qué pasa si la que te mata es tu madre? ¿a eso cómo lo llamamos?

Por supuesto existe la violencia machista y no solo existe, sino que nos inunda, nos mata.

Resulta incomprensible y repugnante que la familia de Yaiza no haya tenido ni un solo reconocimiento público para su niña. Ni un minuto de silencio. Es vergonzoso y delirante. Es delirante que la obsesión lleve a obviar a una víctima, simplemente, porque quien la mató es una mujer.

Si se dan un paseo por la cuenta de Twitter de la Ministra de Igualdad, Irene Montero podrán comprobar que no hay ningún post hablando del crimen de Yaiza. ¿Por qué señora Montero? ¿Porque la ha asesinado una mujer? en caso afirmativo me pregunto si a usted le preocupan las víctimas o, simplemente que el criminal sea un hombre para alimentar eso que no sé ni cómo definir. ¿O igual no se enteró? en ese caso su dejadez es bastante alarmante, también.

Si se dan un paseo por la cuenta de Twitter de la Ministra de Igualdad, Irene Montero podrán comprobar que no hay ningún post hablando del crimen de Yaiza.

Un patrón que se repite una y otra vez, en bucle. Un postureo incoherente y cruel que categoriza las vidas y las muertes según el género de la víctima y el asesino, un oportunismo que utiliza el terror en beneficio propio y que en lugar de sumar, divide. Esta obsesión enfrenta a la sociedad que, en momentos como este debe estar unida por Anna, por Olivia, por Yaiza, por Rocío y por tantas y tantas criaturas que se han ido de este mundo porque alguien, sea hombre o mujer, así lo ha decidido. Alguien que la única etiqueta que merece es la de «monstruo criminal».

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2 COMENTARIOS

  1. La realidad es que el 90% de los asesinatos son cometidos por hombres, porque existe todavía una cultura patriarcal que les educa en la violencia y en el odio hacia las mujeres, porque es algo sistémico y sistemático, porque cada 6h en España se denuncia a un violador por una violación (a saber cuántas no se denuncian), porque en las dos últimas semanas 5 hombres han asesinado a 7 mujeres y niñas. El asesinato de Yaiza es terrible, pero no puede meterse en el mismo saco que la violencia sistémica y sistemática de los hombres contra las mujeres.

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