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ANÁLISIS / ¿Cómo va la cosa?

China ha logrado controlar la pandemia sin necesidad de esperar a las vacunas y la recuperación económica se mantiene

Imagen de archivo de una enfermera suministrando una vacuna Foto: Europa Press

En este momento, disponemos de información suficiente para hacernos una idea de cómo está procediendo la recuperación en China y Estados Unidos, las dos superpotencias políticas y económicas, y enmarcar la evolución de la economía española dentro en el contexto de la recuperación global. La Oficina Nacional de Estadísticas de China presentó el 12 de julio su estimación de la evolución del PIB en el segundo trimestre de 2021, el Bureau of Economic Analysis (BEA) de Estados Unidos hizo lo propio el 29 de julio, y un día después, el 30 de julio, el INE publicaba el avance de la CNTR de España. Por su parte, el FMI actualizaba el 27 de julio sus Perspectivas de Crecimiento Mundial, y si bien mantenía en 6% la tasa de crecimiento global para 2021, advertía que aumentaba la brecha en el ritmo de la recuperación entre las economías desarrolladas y las economías emergentes y en vías de desarrollo, a causa de las diferencias en el ritmo de vacunación. 

China y EEUU afianzan su crecimiento

China fue el primer país en que irrumpió el Covid-19 a finales de 2019 y comienzos de 2020, y fue también el primero y único en controlar la epidemia pocos meses después, casi un año antes de que estuvieran disponibles las vacunas y algunos países desarrollados empezaran a inmunizar a sus poblaciones. Un éxito que pocos países pueden reclamar para sí. Los efectos de la eficaz gestión sanitaria de la epidemia realizada por el gobierno de China en el primer trimestre de 2020 se dejaron sentir casi inmediatamente en la evolución de su economía, y el PIB mostró, como puede comprobarse en el Gráfico 1, tasas de variación positivas ya en los tres trimestres siguientes, que se afianzaron y robustecieron en los dos primeros trimestres de 2021. Fue así como China, pese al severo retroceso registrado en el primer trimestre de 2020, con una caída interanual de 6,8%, logró cerrar en positivo 2020, con un crecimiento del PIB de 2,3%, en tanto la mayoría de las economías avanzadas, incapaces de controlar los contagios, registraban fuertes caídas del PIB. Las últimas proyecciones del FMI publicadas hace unos días indican que el gigante asiático terminará 2021 con un crecimiento del PIB de 8,1%. No está nada mal. 

Gráfico 1. China: tasa interanual de variación del PIB julio 2018 – julio 2021 (Fuente: Trading Economics y National Bureau of Statistics of China).

La evolución de la economía estadounidense en 2020 muestra las cicatrices que ha dejado la epidemia. Pese a las medidas expansivas adoptadas por la Reserva Federal y los potentes paquetes de ayudas a familias, empresas y Estados aprobados por el presidente Trump, el año se cerró con una caída del PIB de 3,5%. El Gráfico 2 muestra las fuertes caídas registradas en la tasa interanual del PIB de Estados Unidos en los tres últimos trimestres de 2020, un período en el que China estaba ya recuperándose, seguidas por una modesta recuperación en el primer trimestre de 2021 (0,5%), y la ya muy intensa recuperación en el segundo trimestre de 2021 (12,2%) en relación con el segundo trimestre de 2020 en el que la economía registró su mayor caída interanual.  

Gráfico 2. Estados Unidos: tasa interanual de variación del PIB julio 2018 – julio 2021 (Fuente: Tradingeconomics y U.S. Bureau of Economic Analysis (BEA)).

El hecho más destacable en la evolución de los índices de volumen empleados para calcular las tasas de variación del PIB real es que los niveles de producción en el primer y segundo trimestres de 2021 son ya superiores no solo en relación con sus correspondientes valores en 2020, sino superiores también a los niveles de producción en los respectivos trimestres de 2019, el último año de normalidad antes de la irrupción del Covid-19. El coste en términos de producción perdida durante el año puede estimarse en 5,5% del PIB (3,5% a causa de la caída y 2% por ausencia de crecimiento), o aproximadamente en 1,18 billones de dólares, al que habría que sumar el aumento en el déficit público ocasionado por los paquetes fiscales aprobados para ayudar a familias y empresas.  

Pese a que los resultados de Estados Unidos son bastante mejores que los de otras economías desarrolladas, resulta innegable que las pérdidas ocasionadas por la pandemia han sido enormes. Hay también pocas dudas de que la recuperación económica que está viviendo Estados Unidos en los dos primeros trimestres de 2021 está claramente ligada a las ambiciosas campañas de vacunación iniciadas a mediados de diciembre de 2020 con el objetivo de alcanzar a 100 millones de estadounidenses en abril.  En el momento de escribir este artículo, de los casi 334 millones de habitantes, 163,6 millones están ya completamente vacunados (49,3% de la población), y 189,5 millones han recibido al menos una dosis (57,5% de la población). 

Gracias a las campañas de vacunación, las cifras de contagios y fallecidos se han reducido drásticamente en Estados Unidos desde diciembre de 2020 y enero de 2021, si bien todavía varias decenas de miles de estadounidenses se infectan cada día y entre 300 y 500 personas mueren a causa del Covid-19. Después de varios meses de descensos continuados, se observa un preocupante repunte de nuevos casos y fallecidos en las últimas semanas, consecuencia tal vez de la creciente dificultad de alcanzar a grupos de población poco inclinados o incluso reacios a vacunarse. La epidemia está lejos de estar controlada y su negativa evolución en las últimas semanas puede debilitar el ritmo de la recuperación económica. De momento, la Reserva Federal y el Tesoro se mantienen expectantes, conscientes de que pese al fortalecimiento de la recuperación “la senda de la economía continúa dependiendo del curso del virus. El progreso en la vacunación continuará reduciendo probablemente los efectos de la crisis sanitaria sobre la economía, aunque persisten los riesgos sobre la perspectiva económica”. 

España: poco de lo que presumir

Estos días, se ha repetido hasta la saciedad que, según el FMI, España será la economía desarrollada que más crecerá, 6,2%, en 2021. Lo que no se dice con tanta frecuencia es que España fue la economía desarrollada que registró la mayor contracción del PIB, 10,84%, en 2020. El avance de la Contabilidad Nacional Trimestral (CNTR) publicado por el INE el 30 de julio proporciona buenas noticias, puesto que estima en 2,77% el aumento del PIB en el segundo trimestre de 2021 respecto al trimestre anterior, y en 19,78% respecto al segundo trimestre de 2020, el período en que las actividades económicas no esenciales se paralizaron tras decretar el gobierno el estado de alarma. Quiero recordar que el PIB se contrajo nada menos que 21,6% en ese segundo trimestre de 2020, respecto al mismo trimestre de 2019, y la mera comparación de ambas cifras, la caída en 2020 (21,6%) y el aumento en 2021 (19,78%) indica que estamos todavía bastante lejos de recuperar los valores que alcanzó la producción en 2019, el último año en que las actividades económicas se desarrollaron con normalidad. 

Gráfico 3. España: tasa interanual de variación del PIB 2011-2021 (Fuente: CNTR, INE).

En efecto, incluso asumiendo que las previsiones del FMI se cumplan y España acabe creciendo 6,2%, el PIB en 2021 quedaría todavía 5,31% por debajo del PIB de 2019, lo que supone una pérdida de producción de aproximadamente 66.123,7 millones, igual a la diferencia entre el PIB de 2019 (1.244.730 millones) y el PIB estimado en 2021 (1.178.323,4 millones). A esta pérdida de producción ocasionada por la epidemia, cabría sumar los 55.289,1 millones que se habrían producido si el PIB hubiera crecido 2% en 2020 y 2021, una cifra similar al crecimiento registrado en 2019, el más bajo desde 2014. Finalmente, tampoco se puede olvidar al calcular el coste ocasionado por el Covid-19, el formidable aumento que ha registrado la deuda pública desde diciembre de 2019 hasta abril de 2021, 213.321,3 millones, una cifra que eleva la deuda total a 1.401.702,3 millones y coloca a la economía española en una situación de gran vulnerabilidad ante probables subidas de los tipos de interés y futuras perturbaciones adversas. 

Ni medalla de bronce

Como advierte la Reserva Federal la senda de la economía estadounidense en la situación actual depende de la eficacia de las políticas sanitarias para controlar el virus. De los tres países a los que hemos dedicado este artículo, sólo las contundentes políticas aplicadas en China en el primer trimestre de 2020 lograron contener con rapidez la expansión de los contagios, incluso en ausencia de vacunas, y posibilitaron recuperar la actividad económica en un tiempo récord. Por el contrario, la experiencia indica que las políticas ensayadas en Estados Unidos, España y la mayoría de los países occidentales -estados de alarma, restricciones intermitentes a la movilidad, limitaciones horarias, etc.- han resultado poco eficaces para doblegar la curva de contagios y posibilitar la pronta recuperación de sus economías, quedando a expensas del desarrollo de vacunas. Todos ellos lo han pagado muy caro, y ahí están las elevadas cifras de fallecidos por Covid-19 y las severas recesiones que han padecido para probarlo.  

España destaca entre de las sociedades occidentales por los elevados costes humanos y económicos que viene soportando desde marzo de 2020. A diferencia de lo ocurrido en China, el estado de alerta, las restricciones a la movilidad y las limitaciones intermitentes a la actividad económica no sirvieron para controlar la epidemia y evitar nuevas oleadas de contagios, y la recuperación económica anunciada por el presidente Sánchez a finales de 2020 nunca llegó a materializarse. En torno a 100.000 personas perdieron su vida prematuramente entre marzo de 2020 y febrero de 2021 y la pérdida de producción en porcentaje del PIB en 2020, 10,84%, triplicó la registrada en Estados Unidos (3,5%).  

Estos registros no invitan precisamente a sacar pecho por la gestión realizada y sólo la puesta en marcha de la campaña de vacunación a finales de diciembre abrió las puertas a la esperanza. Controlar la epidemia no es únicamente una cuestión sanitaria y humanitaria sino un paso indispensable para recuperar el terreno perdido en los dos últimos años y hacer frente a la inmensa deuda que nos queda en herencia. Pero como la experiencia de Estados Unidos y España en las últimas semanas indica, no se pueden descartar repuntes en las cifras de nuevos contagios y fallecimientos, incluso cuando se han alcanzado porcentajes de vacunación relativamente elevados. Porque apenas hemos dejado atrás la traumática experiencia vivida en 2020 y lo que llevamos de 2021, y porque el futuro presenta todavía numerosas incertidumbresalardear de “medalla de oro en vacunación y recuperación” con los cadáveres todavía calientes y la economía tan tocada se me antoja una tremenda irresponsabilidad.  

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