Pese a la política de concesiones al separatismo en Cataluña llevada a cabo por el Ejecutivo de Sánchez a través de una mesa de negociación extraparlamentaria con el Govern o los indultos concedidos a los dirigentes que se alzaron contra la democracia española en 2017, aún existen ciertas líneas rojas que, de momento, no está dispuesto a traspasar. Una de ellas es la celebración de un referéndum de autodeterminación, si bien su rechazo no se ha producido a instancias de una reclamación de los separatistas catalanes sino de sus homólogos vascos —en concreto, el representado por la izquierda abertzale de EH Bildu.
La que ha introducido la cuestión de la autodeterminación en el Congreso ha sido la diputada radical Mertxe Aizpurua, que hoy ha reclamado al presidente del Gobierno que «deje de actuar como la derecha y demuestre que este gobierno, que se define como progresista, actúe, como tal», facilitando que las naciones sin Estado decidan su futuro «económico, político y social».
Criticar a la democracia española «alimenta a la derecha»
La respuesta de Sánchez ha pasado en un primer momento por atacar a la derecha española, señalando que la democracia española es «sólida» y decir lo contrario equivale a «alimentar el discurso de la ilegitimidad que plantea la derecha». Acto seguido, ha rechazado con claridad la posibilidad de un referendo secesionista argumentando que éste no solo no tiene cabida en la Constitución, sino que tampoco tiene sentido cuando se está acelerando la «integración europea» o los sindicatos y empresarios dan ejemplo de unidad y acuerdo. «Lo peor que podemos hacer es fracturar, dividir con referéndum interesados y binarios que no ayudan ni aportan nada», ha mantenido.
