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¿A quién designará candidato el Rey?

Felipe VI junto a la recién elegida presidenta del Congreso, la socialista Francina Armengol (Casa Real).

Tras las elecciones celebradas el pasado 23-J, Feijóo, líder del PP y claro ganador en número de votos y diputados, ha manifestado su deseo de presentarse a la investidura, y otro tanto ha hecho Sánchez, secretario general del PSOE que ha quedado segundo a considerable distancia. Constituidas las nuevas Cortes el 17 de agosto, el Rey procederá en los próximos días a convocar a los representantes designados por los distintos grupos parlamentarios a partir del 21, comenzando por los grupos con menor número de escaños y terminando por el grupo con mayor representación parlamentaria. Escuchadas las posiciones de todos los grupos, el Rey propondrá el candidato a presidir el gobierno de España, quién deberá someterse a la sesión de investidura para obtener la confianza de la Cámara. 

El Rey no está obligado a proponer al líder del grupo parlamentario con mayor número de escaños en el Congreso, Feijóo en este caso, y lo razonable es que proponga en primera instancia al candidato con mayor probabilidad de resultar investido, esto es, aquél en condiciones de obtener el respaldo de al menos 176 diputados en la primera votación, o alcanzar la mayoría simple en la segunda votación a celebrarse cuarenta y ocho horas después. La designación por el Rey puede complicarse cuando algunos grupos no tienen fijada su posición u optan por no comunicársela al Jefe del Estado. En caso de que el candidato finalmente designado no obtenga las mayorías requeridas, empieza a contar un plazo de dos meses a partir de la primera sesión de investidura para designar a otro candidato. Finalizado el plazo sin que ninguno de ellos hubiera obtenido la confianza de la Cámara, el presidente del Congreso propondrá al Rey disolver Las Cortes y convocar nuevas elecciones. 

La figura de Díaz presenta un plus para Sánchez al facilitarle mantener un diálogo fluido con los independentistas de ERC y EH-Bildu

Los ajustados resultados del 23-J colocan al Rey ante una situación complicada. Feijóo podría contar con el respaldo de los escaños del PP (137), Vox (33) y UPN (1), 171 en total, el mismo número con que contaría Sánchez sumando a los diputados del PSOE (102) y PSC (19) los escaños de Sumar (31), ERC (7), EH-Bildu (6), PNV (5) y BNG (1), sus potenciales avalistas. En el caso de Sumar, hay pocas dudas de que el tándem Díaz y Colau respaldará a Sánchez, quien además de las dos secretarías en la mesa del Congreso tendrá reservada para Díaz una vicepresidencia y dos o tres ministerios a fin de reeditar el gobierno de coalición de la XIV Legislatura. Además, la figura de Díaz presenta un plus para Sánchez al facilitarle mantener un diálogo fluido con los independentistas de ERC y EH-Bildu con quienes, además de compartir una marcada inclinación a estatalizar la economía, se sienten cómodos sabiendo que una fuerza política como Sumar-Podemos que defiende «la plurinacionalidad y el derecho de autodeterminación», Otegui dixit, está en el gobierno del Estado.

Pasemos ahora a examinar la posición del resto de potenciales avalistas de Sánchez, comenzando por los que parecen más inclinados a respaldarle. ERC ha manifestado su disposición a investirlo a cambio de que se conceda la amnistía a todos los condenados y fugados tras golpe de Estado que protagonizaron en Cataluña el 27 de octubre de 2017, y se apruebe la realización de un referéndum de autodeterminación en Cataluña. Los republicanos, no obstante, han dejado caer que se contentarían para echar a andar la legislatura con negociar la condonación de los 76.852 millones que la Generalidad adeuda al Reino de España, la eliminación del imaginario ‘déficit’ fiscal de Cataluña mediante el establecimiento de un cupo, y la transferencia de la red de cercanías y la gestión y el control de la seguridad en puertos y aeropuertos.  El resultado de la negociación está en el aire porque ERC compite con JxCat por el electorado independentista y los últimos dicen no estar dispuestos a contentarse con vagas promesas.

A diferencia de ERC y JxCat, que declararon la independencia de Cataluña, EH-Bildu no ha dado pasos en falso

En el caso de EH-Bildu las cosas parecen estar más claras. EH-Bildu nada más conocerse los resultados del 23-J manifestó su disposición a investir a Sánchez a cambio de iniciar un diálogo “sin precios en público, ni líneas rojas en público” para “empezar a hablar en privado del problema nacional [vasco y catalán] con absoluta normalidad”. A diferencia de ERC y JxCat que declararon la independencia de Cataluña, EH-Bildu no ha dado pasos en falso y puede permitirse continuar con la vía gradualista y defender su respaldo a Sánchez sin miedo a que el PNV pueda acusarlo de tibieza autonomista. El PNV, por su parte, descartó rotundamente la posibilidad de apoyar a Feijóo tras conocerse los resultados del 23-J y se reafirmó en su negativa una vez conocida la renuncia de Vox su renuncia a formar parte del gobierno. El PNV, por otra parte, se ha limitado a urgir a Sánchez a negociar en privado su investidura.

La radicalización del PNV en su fútil intento de superar a EH-Bildu recuerda al paso que dio CDC cuando abrazó abiertamente el soberanismo y la creación de un estado propio en el congreso de Reus en 2012 para ponerse al frente del movimiento independentista y desbancar a ERC, un partido recuperado de la marginalidad por obra y gracia del PSC en 2003. Hace unos días, ante unas docenas de fieles y a la sombra de la estatua del racista Sabino Arana, Ortuzar, presidente del PNV, celebraba el centésimo vigésimo octavo aniversario de su partido, declarando “que nadie dude que el PNV sigue aquí de pie y con fuerza para seguir liderando a este pueblo hacia la libertad”. Eguibar, presidente del Buru Batzar de Guipúzcoa, lo expresó con más claridad en un acto similar celebrado en Mutriku el 31 de julio: “la cuestión nacional vasca es lo que hace que se cree el Partido Nacionalista Vasco; el objetivo político es la constitución de un estado vasco que nos una a todas las vascas y los vascos”.

Ya se sabe que para los dirigentes del PNV lo único inmutable y sólido en este mundo fugaz y traidor es la figura del racista y reaccionario Sabino Arana

Con diez años de retraso, el PNV parece haber decidido pisar el acelerador preocupado por el ascenso electoral de EH-Bildu, al que afea que “unos buenos resultados electorales deberían ser gestionados con menos soberbia y más respeto”, y pretende, como Mas hiciera en Cataluña a partir de 2012, ponerse al frente de quienes reivindican la independencia de El País Vasco. Su rechazo a Feijóo y su apoyo condicionado a Sánchez no pasa de ser el reconocimiento de que con un gobierno tan débil como el de la pasada legislatura resultará más fácil obtener más inversiones en infraestructuras y concesiones políticas porque, como adelantaba Eguibar, “la voluntad popular no debe quedar acotada por una norma [la Constitución] que se presenta como inmutable”. Ya se sabe que para los dirigentes del PNV lo único inmutable y sólido en este mundo fugaz y traidor es la figura del racista y reaccionario Sabino Arana, fundador del partido.

Queda por último conocer la posición de Junts per Catalunya (JxCat), el partido liderado por Puigdemont, prófugo de la Justicia española desde que protagonizó el golpe de Estado el 27 de octubre de 2017 cuando presidía el gobierno de la Generalidad de Cataluña. Al serle retirada la inmunidad por la Eurocámara, decisión ratificada por sentencia del Tribunal General de la UE el 5 de julio de 2023, la vergonzosa situación del prófugo pende de un fino hilo y la amnistía es su única posibilidad de evitar ser juzgado en España y seguir vivo en política a medio plazo. Y aunque el astuto embaucador aseguró que continuaría con su actividad parlamentaria tras conocer la decisión del Tribunal, lo cierto es que ni siquiera se atrevió a viajar a Estrasburgo para participar en el pleno del Parlamento Europeo. 

Tras el respaldo a la candidata elegida por Sánchez para presidir la Mesa del Congreso, todo apunta a que Puigdemont es tan incumplido y mentiroso como el propio Sánchez

Seis días antes del 23-J, Puigdemont afirmó en una entrevista al diario Ara que “no se puede avanzar con un tío [Sánchez] al que no le compraría un coche de segunda mano”, y afirmó taxativamente que “Pedro Sánchez no será primer ministro con los votos de Junts”. Si cumple o no, ya lo veremos, pero tras el respaldo a la candidata elegida por Sánchez para presidir la mesa del Congreso, todo apunta a que Puigdemont es tan incumplidor y mentiroso como el propio Sánchez, y que todos los aspavientos y la firmeza exhibidos durante las últimas semanas eran fuegos de artificio. Sánchez abandonó el hemiciclo sin necesidad de ir al baño a “mear sangre, contento y satisfecho por el apoyo unánime de todos los partidos independentistas.

Como la muy republicana ERC ya ha manifestado su intención de no acudir a la cita con “Felipe de Borbón” (Rufián dixit), y como Jxcat, EH-Bildu y el BNG tampoco suelen incurrir en tal debilidad, el PNV será el único de los potenciales avalistas con varios escaños que habrá comunicado al Rey su posición cuando Sánchez acuda a cita en La Zarzuela. El presidente en funciones argüirá previsiblemente que además de los 152 escaños del PSOE, PSC y Sumar, cuenta también con el respaldo de los diputados de ERC (7), JxCat (7), EH-Bildu (7), PNV (5) y BNG (1), lo que le permitiría obtener la confianza de la Cámara en la primera convocatoria. Ahora bien, finalizada la ronda de consultas el Rey sólo habrá podido constatar el apoyo de los 5 escaños del PNV, esto es, de 157 y no de 178.

Feijóo, pese a ser el líder del partido más votado, solo contaría con el respaldo de 172 diputados y su investidura solo saldría adelante si algunos diputados del PSOE se abstuvieran en segunda votación

El Rey tendrá que sopesar la solidez de los potenciales respaldos de ambos candidatos antes de proponer a uno de ellos para ser investido. La buena noticias es que, si CCa acaba decantándose en favor de Feijóo, como ya ha hecho, y JxCat no modifica públicamente su posición de que Sánchez no será ‘primer ministro’  con sus votos, el Rey estaría legitimado para designar a Feijóo candidato. Y la mala noticia es que Feijóo, pese a ser el líder del partido más votado, sólo contaría con el respaldo de 172 diputados y su investidura sólo podría salir adelante si algunos diputados del PSOE se abstuvieran en segunda votación, algo que ya ocurrió cuando Rajoy fue candidato en 2016. La probabilidad del evento, reconozco bien a mi pesar, es prácticamente nula, porque el PSOE de Sánchez necesita mantener el Gobierno para evitar una revuelta interna tras perder las últimas elecciones por sus pactos con los independentistas y los herederos de ETA.

Los riesgos de una nueva legislatura en la que el Gobierno de España estará sujeto al chantaje permanente de partidos cuyo principal objetivo es erosionar el Estado y propiciar las condiciones para declarar la independencia de Cataluña y El País Vasco, son demasiado altos como para no pedir a los dos grandes partidos que abran una etapa de colaboración para abordar las cuestiones que de verdad importan a la inmensa mayoría de los ciudadanos: política exterior, inmigración, seguridad, justicia, sanidad, educación, cambio climático, impuestos, gasto público, déficit y deuda. Aunque con la aprobación de la mayoría de los españoles y delas instituciones europeas, esta posibilidad fue rechazada de plano por Moncloa al día siguiente del 23-J cuando Feijóo solicitó entrevistarse con Sánchez para negociar la investidura. Que Sánchez prefiera negociar con Puigdemont, Junqueras u Otegui a hacerlo con Feijóo da una idea de su escaso interés en defender el interés general y de su baja estatura moral.

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