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ANÁLISIS / Dos lecciones de las elecciones gallegas

Al PP le corresponde ponerse las pilas desde el primer día para que la creciente base electoral del BNG no siga aumentando

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, junto al ganador de las elecciones en Galicia, Alfonso Rueda (PP).

Quizá el título de mi artículo de la semana pasada Que la bisoñez y los infundios no tapen la amnistía, publicado un día antes de celebrarse las elecciones autonómicas gallegas, llevó a algunos lectores a preguntarse por qué atribuía a la bisoñez las declaraciones del líder del PP que habían proporcionado abundante munición a Sánchez y a los medios de comunicación afines para desacreditar a Feijóo y a su propio partido en la recta final de la campaña. Sánchez aprovechó la situación para acusar de cinismo e hipocresía a Feijóo y al PP por rechazar en público lo que aceptan en privado, a saber, los acuerdos sobre la amnistía cerrados por el PSOE de Sánchez con Junts para atar la investidura de su líder. Llegó incluso a dejar caer la acusación velada de que los líderes del PP tenían miedo a lo que pudiera contar el prófugo de Waterloo sobre los contactos mantenidos con Junts y hasta a exigirle a Feijóo que pidiera “perdón por el odio que ha derramado y las mentiras que ha dicho en estos cinco años”.

Felizmente, la marejadilla se salvó sin sufrir daños mayores y el PP obtuvo un triunfo rotundo en las elecciones al revalidar con cierta holgura la mayoría absoluta (700.540 votos y 40 escaños) por quinta vez consecutiva, pese a la irrupción de Democracia Ourensana que le restó un diputado. Al contrario, los dos partidos que conforman el gobierno de coalición en Madrid, el PSOE de Sánchez y Sumar de Díaz, obtuvieron unos resultados pésimos: Gómez Besteiro, líder del PSdG-PSOE, perdió más de 46.000 votos y 5 escaños, pese al aumento en la participación, y Sumar logró tan sólo 28.000 votos y se quedó fuera del Parlamento de Galicia. Una derrota sin paliativos para ambos partidos que ha frustrado el plan del PSOE de Sánchez y Sumar de convertirse en los lazarillos del Bloque Nacionalista Galego (BNG) que registró un ascenso importante en votos (156.000 en números redondos) y escaños (6), en parte, debido a la debacle del PSdG-PSOE y al pobre resultado de Sumar (muy alejado de la suma de los votos obtenidos por Podemos-Esquerda Unida y En Marea en 2020), y en parte por el  aumento de la participación.

Una derrota sin paliativos para amos partidos que ha frustrado el plan del PSOE de Sánchez y Sumar de convertirse en los lazarillos del BNG

El PSdG-PSOE ha dejado de ser el rival en Galicia y el PP haría bien en aplicarse en esta legislatura a desenmascarar y desactivar al BNG, una organización marxista que se declara anticapitalista, antifascista y antineoliberal, incluso más radical en sus postulados de transformación social que ERC en Cataluña, y más cercana a la línea marxista-leninista de  Sortu (uno de los tres partidos de la coalición EH Bildu) en el País Vasco, claro que esas diferencias, como la existente entre el toreo de salón y la lidia en la plaza, se explica porque el BNG nunca ha tenido responsabilidades de gobierno. Más allá de sus análisis doctrinarios del contexto político internacional, conviene subrayar que el objetivo central del ideario político del BNG es también la autodeterminación, la de Galicia en su caso. Y ahí radica una de sus principales contradicciones que comparte con otros movimientos nacional-socialistas y nacional-secesionistas, a saber, que haciendo bandera de una gran preocupación por los desfavorecidos y el futuro del Planeta exigen que sean únicamente los gallegos quienes decidan todo aquello que les afecta. Al resto que les den sopas con honda.

El incidente a cuenta de las relaciones del PP con Junts durante la campaña gallega debería ser también motivo de reflexión para Feijóo y la cúpula nacional del PP. A estas alturas de la película, Génova debería tener muy claro que el prófugo de Waterloo nunca va a respaldar al líder del PP, el partido que desde el Gobierno invocó el artículo 155 de la Constitución y destituyó a su gobierno el 27 de octubre de 2017, no sólo por razones de principio sino también por razones de oportunidad. A diferencia de los líderes del PP, los de Junts sí tienen muy claro que pueden sacar mucha más tajada con Sánchez, un presidente débil que ya aceptó indultar a los cabecillas del proceso juzgados por el Tribunal Supremo en 2021, y que depende tras los resultados del 23-J de los siete escaños de Junts para sacar adelante cualquier proyecto legislativo en el Congreso.

En Junts sí tienen muy claro que pueden sacar más tajada con Sánchez, un presidente débil que ya aceptó indultar a los cabecillas del proceso

Ya va siendo hora de que los líderes populares en Génova se enteren de que Junts no es un partido normal de cuya tradición y legalidad no se puede dudar, como se ha escuchado a algunas voces autorizadas del PP en ocasiones, y no incurran en meteduras de pata como ocurrió en las semanas previas a la investidura fallida de Feijóo, o más recientemente en el almuerzo de Feijóo con algunos periodistas mediada la campaña de las elecciones gallegas. Junts es un partido fundado por el prófugo en 2018 con tres objetivos muy claros:

  • Primero, reforzar dentro del movimiento secesionista en Cataluña el liderazgo del presidente del consejo de la república catalana sito en Waterloo. 
  • Segundo, desacreditar en todo el mundo y especialmente en la UE las instituciones democráticas del Reino de España, los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial a las que acusa de practicar la persecución y la represión política.
  • Y, tercero, cumplir el compromiso inquebrantable “de llevar al país [Cataluña] a la independencia con la lealtad que vivimos en el otoño de 2017”. 

La mera idea de sentarse a negociar con el prófugo en Bruselas o Ginebra, como ha hecho Cerdán, número tres del PSOE, o con la diputada Nogueras en Madrid, como ha hecho el propio Sánchez, resulta incompatible con la defensa del orden constitucional y el PP debe rechazarla con rotundidad en público y en privado por coherencia y respeto a sus votantes.

Al PP le corresponde ponerse las pilas desde el primer día para que la creciente base electoral del BNG no siga aumentando durante esta legislatura

En cuanto a la gestión de la victoria electoral de Rueda, al PP le corresponde ponerse las pilas desde el primer día para que la creciente base electoral del BNG no siga aumentando durante esta legislatura. Rueda tiene que desmontar con hechos el discurso de Pontón que se lamentaba de la herencia envenenada que iba a recibir cuando durante la campaña se veía ya como presidenta de la Xunta y afirmaba que Galicia con el PP va a menos. En los próximos cuatro años, Rueda debe desplegar un programa de gobierno eficaz que impulse la economía gallega, mejore los servicios sanitarios y educativos, facilite el acceso a la vivienda, etc., implementando políticas realistas que dejen en evidencia el discurso vacío de Pontón en pro de “un nuevo modelo que sea un modelo sostenible, productivo, donde apostemos por la ciencia y por la innovación y también por reforzar todas las políticas que tienen que ver con darle oportunidades a la gente joven, por ejemplo, haciendo política de vivienda”. Le bastaría a la Xunta con desplegar una gestión efectiva y honrada en los próximos cuatro años para frenar las ínfulas de un crecido BNG.

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