Durante la inauguración de la 40ª Reunión Anual del Círculo de Economía en Barcelona, Pedro Sánchez pronunció una frase que se equipara ya a los más famosos deslices de nustro estimadísimo Mariano Rajoy: «España y Cataluña son países extraordinarios”. El comentario, parte de un discurso sobre la resiliencia ciudadana tras el reciente apagón eléctrico –ese que jamás iba a suceder-, es interpretado por algunos como un lapsus, mientras que otros lo ven como un gesto hacia el independentismo. Las reacciones, como es habitual, no se han hecho esperar.
El rechazo es la constante de las publicaciones. Los detractores del Ejecutivo socialista, categorizado como demasiado comprensivo con las proclamas soberanistas, ven en la declaración «una amenaza a la unidad de España». Las críticas señalan que el término no ha sido casual, y que las palabras del presidente cuestionan la integridad nacional. La oposición también se ha sumado al debate, usando la frase para cuestionar el compromiso del Gobierno con la unidad territorial.
Pedro Sánchez en Barcelona: "España y Cataluña somos países extraordinarios".
— Guaje Salvaje (@GuajeSalvaje) May 5, 2025
¿Países?
¿Es un lapsus? No, es el discurso del PSC y el relato separatista.
Cataluña es España, pero por 7 votos Moncloa es el títere y cómplice de quienes intentan romperla.pic.twitter.com/ORjXBYMcBm
Va quedando claro, ¿verdad?
— Cayetana Álvarez de Toledo (@cayetanaAT) May 5, 2025
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Sánchez: «España y Cataluña somos países extraordinarios».
Armengol aboga por una reforma constitucional «amplia» que incluya controlar las actuaciones del Rey. pic.twitter.com/nbUuw4ChDF
Sánchez no ha ofrecido aclaraciones, pero su discurso prosiguió con temas como el cupo catalán y la reforma del sistema de financiación autonómica, lo que ha alimentado aún más la controversia sobre sus intenciones.
El episodio pone de manifiesto la alta sensibilidad del debate territorial en España, especialmente en un contexto marcado por los pactos del Gobierno con partidos independentistas como ERC y Junts, que sustentan con sus votos la totalidad del Ejecutivo central. Sánchez defiende su estrategia de diálogo para resolver tensiones, pero la profunda polarización en torno a la cuestión catalana opone en duda su enfoque.
