La CUP es un partido que rompe moldes, pero no siempre en el sentido que a la formación le gustaría. Y es que, pese a presentarse como una formación progresista y anticapitalista, diversas evidencias a lo largo del tiempo han puesto en entredicho esa convicción. Así, en los últimos tiempos hemos sabido que los votantes más ricos, con una media de 2.190 euros, votan a la CUP o que concejales suyos, como Jordi Pujol Lizana, en Sant Sadurní, demuestran un inequívoco clasismo al referirse a los catalanes catalanohablantes como «quillos» (canis, en el resto de España).
Ahora, Electomanía ha dado ha conocer una encuesta sobre relaciones personales y política que vuelve a poner en aprietos la imagen de la formación radical. Según este sondeo, realizado entre el 8 y el 15 de abril sobre una muestra de 1.301 respuestas, los españoles aceptarían a su pareja si descubriesen que vota la opción antagónica. De esta manera, el 53,5% de los votantes españoles lo aceptaría, el 36,5% «tendría una conversación al respecto e intentaría llegar a un punto común», mientras que solo un 10% «acabaría la relación».
Sin embargo, mientras en partidos centristas como PSOE, PP y Ciudadanos, el porcentaje de personas que romperían la relación no alcanza el 10%, en formaciones populistas o nacionalistas la intransigencia es más elevada. Así, el 24,7% de los electores del BNG, el 22,9% de Bildu y el 17,8% de UP pondrían punto y final a su relación con la persona amada si ésta votase a un partido antagónico. Y dentro de este sector, quien se lleva la palma son los votantes de la CUP, que harían lo mismo en una proporción aún mayor: un 42,3%.