Según la última encuesta de Usos lingüísticos de la Propia Generalitat de 2019, nunca antes el catalán había tenido tantos hablantes como ahora: lo entiende el 94,4% y lo habla ya el 81,2%. Sin embargo, el nacionalismo sigue poniendo el grito en el cielo por el supuesto proceso de extinción del catalán, que diagnostican como imparable. Para abonar esta tesis, les ha servido, por ejemplo, la última encuesta del Ayuntamiento de Barcelona, que muestra que el catalán ha retrocedido entre los jóvenes en la ciudad Condal —si bien hay quien ha advertido que el estudio resulta cuestionable por incluir por primera vez a jóvenes no empadronados en la ciudad, un colectivo de paso menos proclive a hablar catalán.
El caso es que, ante este aparente retroceso del catalán, el Govern tiene previsto endurecer las políticas lingüísticas a favor del catalán y en detrimento del castellano, tal y como explico Natalia Garriga en mes pasado en el Parlament al esbozar las líneas maestras del nuevo Pacte Nacional per la Llengua que están preparando. En este sentido, destaca su plan para fortalecer el veto al castellano en la Educación, la joya de la corona de su proyecto de sustitución lingüística —el nacionalismo no oculta su pretensión de que el modelo educativo impulse el catalán como «lengua común» de Cataluña, tal y como reconoció el anterior conseller de Educación, Josep Bargalló. De esta manera, Garriga anunció que se ha creado un grupo de trabajo para robustecer el modelo de inmersión que excluye el español como lengua vehicula, que velará por su «aplicación real».
«Acogimiento lingüístico a la inmigración»
Por lo que respecta la ámbito social, se pondrá el acento en el «acogimiento lingüístico de la inmigración», así como en el fomento de la adopción del catalán entre los adultos por parte del Consorci per a la Normalitzación Lingüística. En Cultura, se hará hincapié en el sector audiovisual, subvencionando el doblaje y subitulado de series y películas ante el «peligro de extinción digital» del catalán. Asimismo, se fomentará el catalán en las Universidades —aumentando los posgrados y masters en catalán—, en la Empresa —fomentando el «uso normal y completo» en el entorno de trabajo— o en la Justicia —impulsando la formación en catalán de los juristas—.