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ANÁLISIS / Pedro Sánchez debería empezar a hablar con el PP

Los socios del PSOE se enfadarían con Pedro Sánchez si llegara a un acuerdo con el PP, pero el país se lo agradecería

Alberto Núñez Feijóo, presidente del PP.

Inmediatamente después de hacerse cargo del PP, Feijóo ha propuesto al Gobierno negociar algunos de los asuntos económicos más críticos que pesan sobre el país. Esta es una actitud novedosa en el cainita panorama político español. Y digna de aplauso. Así, el viernes 22 de abril envió a Moncloa un documento de 41 páginas con el título Plan de medidas urgentes y extraordinarias en defensa de las familias y la economía de España. Es un documento que merece ser tenido en cuenta. Sobre todo porque es una oferta, o sea, una lista de propuestas para abrir un debate entre el Gobierno y el PP, y tratar de llegar a algún tipo de acuerdo. 

EL REAL DECRETO-LEY POR LA GUERRA DE UCRANIA

El jueves 28 se debatía en el Congreso la convalidación del Real Decreto-Ley 6/2022, de 29 de marzo, de medidas urgentes para mitigar los efectos económicos de la guerra de Ucrania. Esas medidas son, entre otras: 1) una bonificación, para todo el mundo, de 20 céntimos por litro de combustible adquirido en abril, mayo y junio de 2022; 2) mantener hasta el 30 de junio las rebajas fiscales en la factura de la luz (IVA al 10%, Impuesto sobre Electricidad al 0,5%); 3) limitar la actualización del alquiler de viviendas; 4) incrementar el Ingreso Mínimo Vital en un 15% durante los meses de abril, mayo y junio de 2022; 5) Ayudas directas a las empresas más afectadas por la subida de los precios energéticos.

LA CARTA DEL PP A LA MINISTRA DE HACIENDA

En la misma línea, el miércoles 27, Juan Bravo, responsable económico del PP, envió una carta a María Jesús Montero, ministra de Hacienda, en la que, concretando las propuestas del documento de las 41 páginas, ofrecía el voto favorable del PP al Real Decreto-Ley 6/2022 para tramitarlo como Proyecto de Ley, siempre que el Gobierno estuviese dispuesto a acordar con el PP medidas relativas a cuatro temas:

1.Actualizar la tarifa del IRPF para las rentas medias y bajas. 

2.Reducir el IVA de la electricidad y el gas al 5%, mínimo habilitado por la UE.

3.Agilizar la ejecución de los Fondos Europeos.

4.Racionalizar el gasto burocrático y el tamaño del Gobierno.

No parecía un mal punto de partida. Aunque sólo fuese para empezar a hablar.

¿CUÁL HA SIDO LA RESPUESTA DEL GOBIERNO? 

La respuesta del Gobierno ha sido la previsible: ignorar por completo el ofrecimiento del PP. Y para soslayar el voto negativo de ERC y de Junts (por el tema Pegasus) el Gobierno se volcó en la ardua tarea de recabar, al borde del precipicio, apoyos de quien fuese, prometiendo lo que hiciese falta. Y así, el Real Decreto-Ley se convalidó con los votos de:  PSOE (120), UP (33), PNV (6), Bildu (5), PDeCAT (4), Más País (2), Compromís (1), Nueva Canarias (1), PRCantabria (1), Teruel Existe (1), BNG (1) y una exdiputada de UP.  Suman 176 votos. Merece la pena repasar la lista. Es un auténtico encaje de bolillos. Votaron en contra 172 diputados.

Faltó el canto de un duro para que el Real Decreto-Ley no saliese adelante. Fue casi tan angustioso como lo que pasó con la Reforma Laboral el 4 de febrero, que se aprobó gracias a la equivocación de Alberto Casero, diputado del PP. En ambos casos, un esperpento. ¿Vamos a seguir así hasta las elecciones?

ESPAÑA ESTÁ EN UNA SITUACION GRAVÍSIMA

España tiene problemas económicos gravísimos, acrecentados por la pandemia y la guerra de Ucrania. Las cuentas públicas están cada vez peor: 

1)la Deuda Pública a 28 de febrero era 1,442 billones de euros, con un crecimiento interanual del 5,4%. Son 30.000 euros per cápita.

2)los tipos de interés de la Deuda están subiendo aceleradamente. Al terminar 2021 el bono español a 10 años estaba al 0,57%. Este viernes 29 de abril estaba al 1,98%. Y seguirán subiendo. El Banco Central Europeo ya no es el primo de Zumosol.

3) el Déficit público de 2021 fue de 81.500 millones: el 6,76% del PIB.

4) el gasto por pensiones y salarios de empleados públicos está disparado: en 2021 se gastaron 161.000 millones en pensiones (441 millones diarios) y 147.000 en salarios públicos (403 millones diarios).

Tampoco las cuentas de la economía privada están para alegrías: 

1)la inflación se ha desatado: el IPC interanual al 30 de abril es el +8,4%. Y éste es un dato esperanzador frente al terrible +9,8% de marzo.

2)los tipos de interés bancarios están subiendo. Y subirán más. El Euribor a un 1 año, que llevaba 6 años en el -0,50%, estaba el viernes en +0,166%.

3)el crecimiento del PIB es muy débil: un mísero +0,3% en el primer trimestre de 2022 (frente a un crecimiento del +2,2% en el cuarto trimestre de 2021). Pasa algo parecido en Francia e Italia.

4)el paro sigue en tasas insoportables (13,65%) sin parangón en la UE. Y la última reforma del mercado laboral no está ayudando. 

CUÁL DEBE SER EL PAPEL DEL GOBIERNO

En este endiablado escenario, la prioridad no puede ser otra que la de luchar contra la inflación y promover el crecimiento y la creación de empleo. Y ¿qué debe hacer un Gobierno para conseguir eso?

Todos sabemos que los protagonistas del crecimiento y la creación de empleo son los empresarios. No hay otra. El empleo público no sirve para el crecimiento. La tarea del Gobierno consiste en crear el clima de estabilidad, seguridad y confianza para que los empresarios inviertan y creen empleo. Y esto sólo puede conseguirse con un acuerdo político amplio que ofrezca el mayor grado de certidumbre posible al mayor plazo posible. En esta tarea el protagonismo del Gobierno es insustituible. Y es evidente que el Gobierno de Pedro Sánchez no trabaja en esa tarea. Trabaja en todo lo contrario.

CÓMO ESTÁ FUNCIONANDO ESTE GOBIERNO

Siendo gravísimos nuestros problemas económicos, nuestro mayor problema es político. Y eso es así porque no hay un Gobierno con mayoría parlamentaria amplia, unida y estable. La coalición que sostiene al Gobierno no es amplia (a duras penas alcanza los 176 votos), no está unida (hay discrepancias en temas fundamentales), y no es estable (muchos votos son inseguros y dependen de albures variopintos, como Pegasus). Adicionalmente, UP, ERC y Bildu carecen de la más mínima empatía con empresarios e inversores. Su prioridad es de tipo populista o nacionalista. Son incompatibles con el crecimiento y la creación de empleo. Basta con ver cómo va la economía en Cataluña.

A resultas de todo ello, tenemos un Gobierno débil y dividido, que consume toda su energía en sobrevivir, día tras día, susto tras susto, con políticas que forzosamente se quedan en el muy corto plazo. No hay una hoja de ruta a medio plazo. Así, nadie sabe a qué atenerse. Nadie tiene ninguna seguridad en el futuro de la fiscalidad (¿endurecerán el Impuesto sobre Sociedades? ¿armonizarán Patrimonio y Sucesiones?) o de las cotizaciones a la Seguridad Social (¿subirán la base máxima?). La incertidumbre regulatoria es altísima en política energética (¿cómo va a ser el tope del gas? ¿qué van a hacer con la energía nuclear?) o en el mercado inmobiliario (regulación de alquileres). La gestión de los Fondos Europeos es deficiente y opaca. Son unos ejemplos entre otros muchos. Con los socios que tiene Pedro Sánchez, cualquier cosa es posible.

Un Gobierno de esta naturaleza influye negativamente en las decisiones de inversión de los empresarios españoles. Y más todavía en las decisiones de los empresarios extranjeros. Y hay otros países más acogedores. Por eso, es urgente ofrecer estabilidad.

QUÉ SE PODRÍA HACER: ¿UN PACTO DE RENTAS?

En una situación tan inflacionaria como ésta los economistas aconsejan un Pacto de Rentas. Es lo que con toda lógica propone el Gobernador del Banco de España. En un Pacto así, los trabajadores (y los pensionistas, y los empleados públicos) aceptan subidas salariales por debajo del IPC. Por ejemplo, aplicando la inflación subyacente, que ahora está en el 4,4%. Por su parte, los empresarios no repercuten en precios todo el incremento de los costes y renuncian a parte de su beneficio. Se trata de que todos acepten un sacrificio ahora para evitar males mayores en el futuro.

Pero no es fácil ver al PSOE, ni al PP, explicando a los pensionistas que las pensiones van a subir la mitad del IPC. Aunque algún experto ha dicho, con toda razón, que estaría más tranquilo con esa subida de la mitad. Todo el mundo sabe que el Estado no puede soportar una subida de las pensiones de, por ejemplo, un 7% (serían 11.000 millones más), y lo mismo pasa con los salarios públicos, pero nadie se atreve a decirlo. Zapatero perdió las elecciones en noviembre de 2011 tras haber congelado las pensiones, y eran unos años con poca inflación. Ahora mismo, nadie se ha atrevido a decir que la bonificación de 20 céntimos por litro de combustible es un despilfarro cuando se concede a los particulares. Hay pavor en decir la verdad a la gente. Por eso, prefieren confiar en que la guerra de Ucrania dure sólo unos meses, que las cosas se vayan arreglando y que la inflación empiece a descender. El Pacto de Rentas va a tener que esperar.

ALGO MAS REALISTA

Estando así las cosas, la única forma de avanzar en la consecución del clima de estabilidad que necesitamos es que Sánchez se siente con Feijóo para empezar a hablar y explorar la posibilidad de llegar a acuerdos sobre tres o cuatro temas mucho menos críticos que el Pacto de Rentas. Se trata de ir creando un espacio de debate civilizado entre PSOE y PP que supere la suicida polarización actual. 

Para empezar, los temas podrían ser los propuestos por Juan Bravo en su carta a la Ministra, u otros parecidos. ¿Por qué no pueden acordar algo sobre la gestión de los Fondos Europeos? ¿O sobre la reducción del gasto burocrático? ¿o sobre la deflactación de la tarifa del IRPF, que es un tema de justicia? Y, de paso, podrían desatascar el Poder Judicial y el Tribunal Constitucional. Y más cosas. No es tan difícil. Podrían llegar a algún acuerdo antes del verano. Sería el mensaje más estimulante para la economía.

Los socios del PSOE se enfadarían con Pedro Sánchez, pero el país se lo agradecería

La alternativa es un año y medio agónico y llegar mucho peor a las elecciones generales.

Jesús Santidrian
Jesús Santidrian
Inspector de hacienda jubilado

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